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    Usar "franco" en una oración

    franco oraciones de ejemplo

    franco


    1. Cuando estaba Franco no era lo mismo, ahí estaba él bien puesto, aunque claro, la


    2. ºllamado el Franco, quien por ausencia del arzobispo de Tarragona yhallarse vacante la silla de Zaragoza, fué coronado por el obispo deHuesca; pero de la de D


    3. El barco había entrado en su andar desembarazado y franco; y


    4. Así solo diré, que tiene elrio Paraguay franco para el


    5. En el citado año, Hernando Franco cobró 95540 mrs


    6. quizáfuera a tiempo que lo hubiera gastado, y entonces el rey me hacía franco


    7. —Me ha parecido bien criado, generoso, franco, con elalma abierta á la vida


    8. que el Capi es muy franco


    9. Su carácter franco y


    10. ahora hostiles? ¿Hay un secreto entre los dos? Seausted franco y diga qué les ha separado y qué les separa todavía

    11. Muchas veces, lo que quedaba en él de sincero y franco, un resto delcarácter de la


    12. Y estrechando su mano con un franco apretón de amistad, entró en elcarruaje, con


    13. Pero tan franco, tan claro era el ofrecimiento, que ni aun con la malafe de que ellos eran capaces


    14. engañaban los que decían que gozabapensión ni socorro de un franco de Rey ni Reinadesde que


    15. por serespañolas ambas madres, y por lo franco y fácil del trato en los lugaresde baños, trabé yo


    16. necesitaba de vez en cuando el trato franco y descuidado dela jardinera


    17. algunos doblones en un caso de apuro, era elportugués Diego Franco, campanero de la


    18. Era Diego Franco, el campanero de la


    19. día de su partida, a eso de las dos de latarde, Diego Franco, el campanero, había


    20. cobrado un franco cariño

    21. Sólo Paco, franco y noble, confesaba


    22. El franco y los céntimos


    23. alegre y franco: gustaba de laguerra y de la mesa, y era poco aficionadoa los libros y a la soledad,no


    24. franco elpaso, repitiendo sus excusas, haciendo recaer toda la


    25. franco: unsaloncito, primero, con muebles pretenciosos, y en la


    26. franco el paso al Santo Evangelio en lasprovincias amplísimas


    27. Yeste gran señor bondadoso y franco, que guardaba en la


    28. en Madrid y 24 enprovincias, franco de


    29. en Madrid y 70 en provincias, franco deporte


    30. en Madrid y 34 en provincias, franco de porte

    31. de nuestra convenio era el perdón franco y sin reservas de los daños recíprocos y la concordia en


    32. franco y medio, pedí un pichon, elcual me ha costado 9 reales


    33. Buscando en el amor, franco de porte,


    34. la pesadez de su influencia, en elsudor pegajoso y poco franco que origina, y en los tintes plomizosque toman las aguas, las cuales adquieren una completa inmovilidad;una de esas calmas en que ni el timón


    35. En cuanto a Mina, tenía el rostro franco, maquillado


    36. en una ciudad franco veneciana a sangre y fuego fue el golpe de gracia dado a la ciudad y su imperio, porque luego de penetrar en la ciudad y saquearla se repartieron los territorios como parte de un grandioso botín


    37. En los casos leves, estos locos se creen Nuvolari o el general Franco, y María Pita o Tórtola Valencia, según el sexo


    38. Llevaba algunos meses dirigiendo la JSU, las juventudes socialistas y comunistas unificadas, y aquel mismo día, a consecuencia de su paulatina radicalización ideológica pero también de su certidumbre de que con ello contribuía a defender la república contra el golpe de Franco, había ingresado en el partido comunista


    39. Pero tras esa reunión general se improvisó una reunión restringida, en el curso de la cual dirigentes comunistas y anarquistas organizaron un arreglo expeditivo para un problema secundario planteado en la primera reunión; un problema secundario en medio de las urgencias terminales de la defensa de Madrid, quiero decir: alrededor de diez mil presos atestaban las cárceles de la capital-la Modelo, San Antón, Porlier y Ventas-; muchos de ellos eran fascistas u oficiales rebeldes a quienes se había ofrecido la oportunidad de sumarse al ejército de la república y habían rechazado la oferta; Franco podía tomar la ciudad en cualquier momento -de hecho, había combates a doscientos metros de la Modelo-, y en ese caso los militares y los fascistas encerrados allí pasarían a engrosar las filas del ejército sublevado


    40. No intervenir para evitar una atrocidad semejante es injustificable, pero quizá es comprensible si se hace el esfuerzo de imaginar a un muchacho recién salido de la adolescencia, recién ingresado en un partido militarizado cuyas decisiones no estaba en condiciones de discutir o contrarrestar, recién llegado a un cargo cuyos resortes de poder no dominaba por completo (aunque conforme se hacía con ellos terminó con gran parte de la violencia arbitraria que infestaba Madrid) y sobre todo desbordado por el caos y las exigencias avasalladoras de la defensa de una ciudad desesperada donde los milicianos caían como moscas en los arrabales y la gente moría a diario bajo las bombas (y que asombrosamente resistió todavía dos años y medio al asedio de Franco)

    41. Todos ellos eran franquistas: todos habían hecho la guerra con Franco, casi todos habían combatido en la División Azul junto a las tropas de Hitler, todos se adscribían ideológicamente a la ultraderecha o mantenían buenas relaciones con ella, todos habían aceptado la democracia por sentido del deber y a regañadientes y muchos consideraban que la intervención del ejército en la política del país era hacia 1981 indispensable o conveniente


    42. Tampoco acataron sin titubeos, no obstante, la autoridad del Rey; lo hubieran hecho si el Rey les hubiera ordenado sacar las tropas a la calle, pero, dado que la orden que partió de la Zarzuela fue exactamente la opuesta, todos los capitanes generales salvo dos (Quintana Lacaci, en Madrid, y Luis Polanco, en Burgos) se debatieron durante toda la tarde y la noche en un tremedal de dudas, de un lado urgidos por las arengas telefónicas de Milans y sus apelaciones al honor militar y la salvación de España y los compromisos adquiridos, y de otro sujetados por el respeto al Rey y a veces por la reticencia o la prudencia de los segundos escalones de mando, quizá fascinados por el vértigo de revivir en su vejez la épica insurreccional de su juventud de oficiales de Franco y conscientes de que el respaldo de cualquiera de ellos al golpe podía de cantarlo del lado de los golpistas -decidiendo la intervención de sus demás compañeros y obligando entre todos al Rey a congelar o suprimir un régimen político que todos detestaban-, pero conscientes también de que ese mismo respaldo podía arruinar su hoja de servicios, aniquilar sus apacibles previsiones de retiro y condenarlos a pasar el resto de sus días en una prisión militar


    43. ¿Había una trama detrás de la trama? También desde el mismo día del golpe se empezó a especular con la existencia de una trama civil escondida tras la trama militar, una trama al parecer integrada por un grupo de ex ministros de Franco, magnates y periodistas radicales que habría manejado en la sombra a los militares y los habría inspirado y financiado


    44. Hijo, nieto, biznieto y tataranieto de egregios militares golpistas -su padre, su bisabuelo y su tatarabuelo alcanzaron el grado de teniente general, su abuelo fue capitán general de Cataluña y jefe del Cuarto Militar de Alfonso XIII-, a la altura de 1981 Milans representaba mejor que nadie, con su perfil accidentado de viejo guerrero y su nutrido currículum bélico, no ya el ejército de Franco, sino el ejército de la Victoria


    45. pese a que fue el único de ellos que obtuvo los diplomas de Estado Mayor de los tres ejércitos, a la muerte de Franco nadie encarnaba mejor que Milans el prototipo de militar de intemperie y de ideas sucintas, alérgico a los despachos y los libros, directo, expeditivo, visceral y sin doblez que idealizó el franquismo


    46. Aunque Milans y Gutiérrez Mellado se conocían desde hacía mucho tiempo, la animosidad de Milans no tenía un origen remoto; nació en cuanto Gutiérrez Mellado hubo aceptado integrarse en el primer gobierno de Suárez y creció a medida que el general se convertía en el aliado más fiel del presidente y trazaba y ponía en práctica un plan cuyo objetivo consistía en terminar con los privilegios de poder concedidos por la dictadura al ejército y en convertir a éste en un instrumento de la democracia: Milans no sólo se sintió personalmente postergado y humillado por la política de ascensos de Gutiérrez Mellado, quien hizo cuanto pudo por apartarlo de los primeros puestos de mando y ahorrarle así tentaciones golpistas; parapetado en sus ideas ultraconservadoras y en su devoción por Franco, también padeció como una injuria que Gutiérrez Mellado pretendiera desmantelar el ejército de la Victoria, al que él consideraba el único garante legítimo del legítimo estado ultraconservador fundado por Franco y en consecuencia la única institución capacitada para evitar otra guerra (como la ultraderecha, como la ultraizquierda, Milans era alérgico a la palabra reconciliación, a su juicio un simple eufemismo de la palabra traición: varios miembros de su familia habían sido asesinados durante la contienda, y Milans sentía que un presente digno no podía fundarse en el olvido del pasado, sino en su recuerdo permanente y en la prolongación del triunfo del franquismo sobre la república, lo que valía tanto para él como el triunfo de la civilización sobre la barbarie)


    47. Milans encontró en esas dos ofensas personales argumentos suficientes para condenar a Gutiérrez Mellado a la condición de arribista dispuesto a violar su juramento de lealtad a Franco a cambio de satisfacer sus sucias ambiciones políticas; esto explica que favoreciese con todos los medios a su alcance, incluida la presidencia de la junta de fundadores de El Alcázar, una salvaje campaña de prensa que no dejó de explorar ni uno solo de los recovecos de la vida personal, política y militar de Gutiérrez Mellado en busca de ignominias con que persuadir a sus compañeros de armas de que el hombre que estaba llevando a cabo una depuración alevosa de las Fuerzas Armadas carecía del menor atisbo de integridad moral o profesional; y esto explica también que, apenas llegó Gutiérrez Mellado al gobierno, Milans pasara a encarnar la resistencia del ejército a las reformas militares de Gutiérrez Mellado y a las reformas políticas que las permitían: entre finales de 1976 y principios de 1981 el ejército apenas conoció una protesta contra el gobierno, un incidente disciplinario de gravedad o un amago de conspiración donde no estuviese mezclado Milans o donde no se invocase el nombre de Milans


    48. No consiguió ni una cosa ni la otra, y ésa es una de las causas de que el golpe del 23 de febrero no acabara siendo lo que Milans había previsto que fuese: una forma de desquitarse de las humillaciones que Gutiérrez Mellado les había infligido a él y a su ejército y también una forma de -recobrando bajo el mando del Rey los fundamentos del estado instaurado por Franco recobrar para el ejército de la Victoria el poder que Gutiérrez Mellado le había arrebatado


    49. Como Milans, Tejero era ante todo un franquista; la diferencia es que, precisamente porque pertenecía a una generación posterior a la de Milans y no había conocido la guerra ni otra España que la España de Franco, Tejero era si cabe todavía más franquista que Milans: idolatraba a Franco, se regía por la tríada de mayúsculas Dios, Patria y Milicia, su enemigo a muerte era el marxismo, es decir el comunismo, es decir la Antiespaña, es decir los enemigos de la utopía de España como cuartel, que debían ser erradicados del solar patrio antes de que consiguieran envenenarlo


    50. Como cualquiera de los demás conjurados, Cortina pudo pensar que la primera posibilidad era remota (y, si lo hizo, el 23 de febrero le dio la razón con creces): en 1936 el golpe de Franco había fracasado y había provocado una guerra porque la gente se había echado a la calle con el apoyo del gobierno y con las armas en la mano para defender la república; secuestrados el gobierno y los diputados en el Congreso, amedrentada por el recuerdo de la guerra, desencantada de la democracia o del funcionamiento de la democracia, apoltronada y sin armas, en 1981 la gente no sabría más que aplaudir el golpe o resignarse a él, a lo sumo ofrecer una débil resistencia minoritaria














































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    franco in English

    heart-to-heart frank open genuine blunt honest aboveboard straightforward sincere candid on the up-and-up on the up and up upfront up-front unconcealed undisguised barefaced outspoken franc

    Sinónimos para "franco"

    libre limpio desembarazado exento gratis privilegiado dispensado abierto llano leal verdadero cándido justo honrado