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    Usar "dar" en una oración

    dar oraciones de ejemplo

    da


    daba


    daban


    dabas


    dado


    dais


    damos


    dan


    dando


    dar


    das


    di


    doy


    dábamos


    1. Una, ya vieja, estahilando en rueca de torno: con la mano izquierda da vueltas a la rueda,cuyos radios parecen hacer vibrar el aire: en la diestra sostiene elhuso, mientras vuelve naturalmente la cabeza para hablar con unacompañera que al tiempo de alejarse sujeta un pesado cortinón


    2. Hasta la biencalculada desproporción que existe entre sus figuras y el grandordescomunal de las rocas da al conjunto aspecto solemne por el contrasteque forma la grandiosidad de la Naturaleza con la pequeñez humana


    3. Ya restablecida, pasa porBurgos, á la vuelta de su viaje, y se hospeda en aquella ciudad en elpalacio del príncipe Dulcelirio, quien le enseña la sortija, prenda desu antiguo amor; ella, sin embargo, fiel á los deberes de su estado, nose da por entendida, y retorna sin tardanza á la corte de su esposo


    4. Lairregularidad de la acción se da la mano con los cambios continuos yarbitrarios de la escena, que ya es en Sevilla, ya en las montañascimerias de la Escitia, ya en Africa ó en el reino de Colcos, sin que enestas perpetuas mudanzas varíe nunca el colorido local


    5. Flaminia, llena de celos, le da ábeber un brevaje que le hace perder el juicio


    6. »Mientras tanto comienzan los músicos á templar los instrumentos detrásde la escena: asoma un actor en traje pastoril por el telón, y da motivoá los amigos para hacer varias reflexiones acerca de su traje, ya por elzamarro que llevaba con listas doradas, ya por su galana caperuza, ya,en fin, por su gran cuello con lechuguilla muy tiesa, que debía teneruna libra de almidón


    7. Donde prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona y en donde don Quijote da comienzo al discurso que echó para la posteridad sobre las armas y las letras, en el cual el saber no queda muy bien parado


    8. Da igual vivir en un sitio que en otro, toda


    9. embargo, en los que uno gira en redondo para examinar bien lo que tiene alrededor y se da


    10. Tú, me da la impresión de que quieres

    11. la conciben en democracia como la ocasión que se le da al pobre para reivindicar sus derechos


    12. vacío a la medida de nuestro cuerpo, pues es su vacío lo que le da la utilidad al vaso y, en este


    13. para cuando Leviatán da dos puñetazos sobre el tablero y rompe la mesa


    14. menos en lo que a mí me concernía, pues me da la impresión de que, cuanto más intensa es la


    15. espiritual?, porque a veces me da la sensación de que los empleas como


    16. con la experiencia que les da el haber vivido más tiempo, el adolescente lo toma


    17. le da una nueva identidad, un trabajo nuevo en un lugar diferente, para que inicie


    18. Se da mayor responsabilidad a quien mayor


    19. Se le da el mando precisamente a los menos egoístas, a aquellos que tienen el nivel


    20. hicieron daño, porque se da cuenta que el sufrimiento en sí mismo es algo negativo,

    21. Pero eso no le da derecho a forzar la voluntad de los demás, con lo cual el espíritu


    22. Entonces me miro y pienso, por qué esta carne estúpido, sino que precisa de alimentos y líquidos, si luego los expulsa todo! Así que no es necesario darle si no da buen fruto! Pero el instinto de la propia conservación tiene prioridad sobre cualquier lógica


    23. Yo estoy ahora 15 días pasaron desde que comenzó esta obra mal y ya están en pedazos; la hipocresía de nuestros colegas me da náuseas sólo para verlos, la arrogancia de nuestros clientes me pone la sangre hasta la cabeza


    24. También mire la televisión me da más placer; es sabroso remojo incluso hasta el carrusel; el show de variedades, siempre has detestado por mi humor negro, es una grata compañía esta noche


    25. Esa sensación extraña me da cerca de la puerta: es como el clic de un botón que abre los ojos a un mundo nuevo


    26. principio van por buen camino, y por eso se les da la ayuda espiritual que necesitan


    27. Una sensación dulce ahora me da el toque el rocío fresco, despierta en la mañana al campo de las flores olorosa


    28. Nueva York, entonces, es una metrópoli tan grande y complejo y en el que ya es tan difícil de resolver para una persona normal, que no hay ni siquiera aquellos que, por compasión y misericordia, les da una barra de pan


    29. Lo que le da mi colectividad, mi ciudad; qué ofrezco amigos; ellos nunca puedo decir te quiero hacer feliz, nunca tendrán la capacidad para hacerlo


    30. Llevaba un vestido de seda azul que da énfasis a su espléndida forma venérea

    31. Yo y mis temas son vida libre en el mar, no funcionan, pero jugamos y no tenemos problemas; nuestra agua amigo, nos da para comer y el aire para respirar


    32. " En verdad, la visión de aquel líquido verde me da un ligero estremecimiento, ya que es muy espesa y gelatinosa; sin embargo, para este pequeño sacrificio de mi felicidad es muy poco; tomando así el vial, lentamente llevar a la boca y beber la poción


    33. Me paseo en la parte posterior, sacudo la cabeza y, finalmente, la sequía comienza a disminuir, hacer los primeros intentos de hablar y escuchar mi voz cambió por completo; ahora es cálido, tranquilo, casi desde el más allá, y lo mismo para formular cualquier palabra me da una sensación de placer por todo el cuerpo; por último, trato de hablar de golpear las notas altas, pero trato de pronunciar ninguna palabra sale como un silbido de mi boca, como un silbido de alta frecuencia: yo lo hice, y ahora estoy en condiciones de emitir ultrasonidos y hablar con los peces


    34. Qué experiencia tan impactante que la satisfacción que me da este sentimiento de transformación grandeza del ser humano desgraciado ser acuático


    35. Poco a poco esta sensación de ardor da paso a una nueva sensación: la de la vacuidad, la ligereza, la gravedad de la pérdida


    36. Poco a poco cada fibra de mi cuerpo adquiere una energía inusual y se siente todavía me da un poco de ansiedad


    37. La fuerza que me da ese babero órgano es enorme y el deseo de explotar es imparable


    38. Sus orejas son frescas y limpias y se insinúan la lengua en ellos, me da un gran placer


    39. Me acerco y me da de hadas ambas manos


    40. Los motivos ornamentales a la que da más espacio, son espirales y remolinos que envuelven elegantemente sobre la superficie de la vasija, con intensos tonos de rojo, azul y púrpura, así alternas y opuestas, que sugieren un efecto cromático mayor que el número de colores empleados

    41. todos, cada cual recibirá su proporción de infortunio, da igual


    42. Siempre que se habla de RFID se da por supuesta la


    43. -Pues por eso, la cebol a le da buen sabor


    44. avanzar por una curva se da de bruces con el enemigo


    45. Desde los abismos y las tinieblas es él quien con voz entrecortada da el


    46. Y lo halla ¡en tan lastimoso estado ! Yacob le da de comer, le compra


    47. largo le da el aliento para decirse en ese preciso momento, lo que se debía a sí


    48. -Saladillo Gómez da algunas indicaciones muy precisas de las obligaciones de la esclava, pero la primera regla en aceptar su sumisión total al amo-


    49. da, sus cuerpos nadan en sudor, el


    50. Jhon ve el computador y se da






































    1. talesrepresentaciones, puesto que se les daba el nombre indicado


    2. Capítulo aparte le dedicó a la liberación femenina: Dijo, entre las innumerables cosas que trató sobre el tema, que las mujeres, tratando egoístamente de buscar su acomodo, habían acabado con la familia, que es la célula de la sociedad tal como se daba antes, pues con las reivindicaciones obtenidas con la liberación femenina ahora les había dado por el antojo de desempeñarse hasta en los oficios que por naturaleza le corresponden a los hombres, con lo cual los han venido desplazando del mercado laboral, sumiéndolos en el desempleo y arrinconándolos en sus hogares en un cambio brusco de roles, desempeñando las labores propias de la mujer, cuestión que ha dado al traste con las uniones maritales, con la familia y con el orden social


    3. Sentí una inesperada fruición, pues era la primera orden que les daba


    4. Milos daba la impresión de dormitar


    5. habitación, sabiendo que, si me daba un poco de prisa, podía recuperar el diapasón del mundo


    6. Tenía una justa visión de la relación de fuerzas que se daba en ese momento


    7. me parecía, daba dos palazos en el suelo y el dinero surgía a borbotones, ante la mirada ávida


    8. daba acceso a la vivienda y, una vez en ella, que encontrara, por mis propios medios, el


    9. La luz de las velas daba a la reunión una estampa de


    10. Mientras daba buena cuenta del plato cocinado por el genio popular de Mefiboshet, gustaba

    11. cuerda de arco y daba de lleno en esa habitación, recubriéndola de una pátina de oro,


    12. Ya me disponía a hablar cuando entró un sujeto por la puerta de daba a la oficina anterior,


    13. El conjunto daba la impresión


    14. El comedor disponía de su propia puerta que daba al jardín


    15. Y cuando se daba cuenta de que la había captado, la


    16. El comedor daba la impresión de estar colgado sobre el azul y la vista se desplegaba hasta una


    17. en ese momento, hablando con Dunia, lo daba por hecho


    18. Cuatro benedictinos con cogulla se dirigieron con paso vivo hacia la poterna que daba acceso


    19. me daba cuenta de que eran siempre los mismos los que


    20. gallo daba el toque de queda a los campesinos en alguna lejana

    21. una gran admiración por mis libros, y al que siempre daba a leer


    22. Mientras se daba esta escena en esta casa, en otras


    23. que le suministrasen algo, y porque le daba miedo el jaleo en el


    24. y no me daba tiempo de quitarme los


    25. volver a entrar en su mansión, se daba


    26. siempre me daba la impresión de que


    27. que les daba un encanto y una coherencia que sus lectores adoraban, pero no era


    28. aparecido él mismo en un par de capítulos, y se daba buena fe de que había


    29. lo escrito hasta el momento, su imagen quedaba bastante bien parada, hasta daba


    30. daba por empol ar hasta las tantas de la madrugada, mientras los otros tres se iban de

    31. Daba vueltas por la habitación, intranquilo


    32. daba refugio había que arrastrarse con el cuerpo a tierra, quedar un par de


    33. Se daba por


    34. Su condición de esclava no le daba más derecho que el de ser considerada como un objeto, y el personaje que la hizo madre era demasiado importante, como para no concederle todos los beneficios de una hospitalidad que le proporcionara las más completas satisfacciones


    35. Inglaterra se daba cuenta de que su influencia sobre unos países recién nacidos a la libertad, y que por su penuria económica dependerían de ella, pudiera ser malograda políticamente por los franceses, con quienes no tenían en esos momentos relaciones muy cordiales a consecuencia de las guerras napoleónicas


    36. los días, todo daba la razón a White


    37. El cura daba misa rezando a los cielos y la gente le pedía a la Candelaria que se llevara la peste


    38. Entré en un estado en el que todo me daba igual porque confundía mis recuerdos con la dolorosa realidad de este pueblo maldito


    39. El encarcelamiento de los deudores, que se conoce mejor, no era frecuente y sólo se daba en el marco del crédito otorgado por el capital privado


    40. Él abrió la puerta que daba a una enorme habitación, de la cual no recordaba nada

    41. De aquellos mil durosque la señora cogía cada mes, daba al Delfín dos o tres mil reales, quecon esto y lo que del papá recibía estaba como en la gloria; y los diezy siete mil reales restantes eran para el gasto diario de la casa y paralos de ambas damas, que allá se las arreglaban muy bien en ladistribución, sin que jamás hubiese entre ellas el más ligero pique porun duro de más o de menos


    42. Jacinta gastaba siempre mucho menos de lo que su suegra le daba paramenudencias; no era aficionada a estrenar a menudo, ni a enriquecer alas modistas


    43. Cuenta eltunante de Villalonga que hace años usaba Aparisi el e pur si muove de Galileo; pero el pobrecito no le daba la interpretación verdadera, ycreía que aquel célebre dicho significaba por si acaso


    44. El picorcillo del sol le agradaba, y la contemplación de aquel cieloazul, de incomparable limpieza y diafanidad, daba alas a su almavoladora


    45. Él fue quien dio las albricias aSamaniego, y cuando ya no halló ningún interesado, daba la gran jaquecaa todos los conocidos que encontraba


    46. En estas excursiones podía muy bien empleardos horas sin cansarse, y desde que se daba cuerda y cogía impulso, elcerebro se le iba calentando, calentando hasta llegar a una presiónaltísima en que el joven errante se figuraba estar persiguiendoaventuras y ser muy otro de lo que era


    47. No mediando ningúnpagaré, daba gusto de tratar con aquella señora; mas como lascircunstancias la hicieran inglesa, ya estaba fresco el que se metiesecon ella


    48. El paciente daba vueltas en la cama buscando posturas, sinencontrar la del alivio


    49. La vio que avanzaba hacia el gabinete,que daba algunos pasos hacia la alcoba deteniéndose en la puerta, y quedesde allí alargaba el cuerpo para mirar a su marido


    50. Más de dos horas estuvieroncharlando los que fueron amantes, y ella no paraba el pico refiriendolos malos tratos que le daba el hombre que a la sazón era su dueño













































    1. El argumento y materia daban las tragedias del mundo ylos desastrados fines de la vanidad; era el fin de ello no engañar óentretener el tiempo, sino desengañar las almas y remediarlas


    2. Así que por esto, ahí de paso le echó el cuento de la quema de los libros de don Quijote y de su escrutinio, de lo cual le dio mucho golpe al canónigo, quien continuó diciendo que, con todo, hallaba en ellos algo bueno, y era que daban pie para que el autor pudiera mostrarse lírico, trágico, cómico o épico, lo cual lo podía escribir tanto en verso como en prosa, y que daban espacio para deslizar la pluma sin empachos narrando naufragios, tormentas y batallas en donde se podían enseñar las astucias de Ulises, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, la traición de Sinón al meter el caballo en Troya, la generosidad de Alejandro, el valor de César, la fidelidad mostrada por Zopiro a Darío, rey de Persia y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto a un ilustre varón


    3. , y continuo disparar de fuegos artificiales, daban biená entender su júbilo y alegria por el castigo de su comun enemigo: dandoel último realce á esta general aclamacion el general repique de lascampanas de todas las iglesias y conventos, y el no interrumpidoestruendo de la artillería y fusilería; viéndome precisado á dar vueltaá la ciudad en esta conformidad, para contentar á un pueblo que acaba deseguirme con tanto honor en la campaña


    4. Ellos daban esto y esto y querían esto y lo otro


    5. lección de dominio del tiempo y de las emociones, la que daban esos pequeños caimanes al


    6. A través de amplios ventanales, que daban la impresión que entre el observador


    7. interior con las dos habitaciones contiguas se hallaban ambas abiertas, pero las que daban al


    8. repitió las consignas que daban los coches patrulla por las calles


    9. ¿Y por qué le decía a los enfermos cuando le daban las gracias porque les había


    10. aleteo, que daban la sensación de estar flotando en el aire, tal

    11. niquis daban pie a los sujetadores y los pantalones a los


    12. blancura de los guardapolvos, daban la impresión de una temprana bienvenida


    13. Por su parte, el historiador Restrepo cuenta en su diario que en casa de doña Nicolasa Ibañez de Caro, se daban cita conspiradores y enemigos del Gobierno, y que era asiduo concurrente a tales reuniones el General William Harrison, representante diplomático de los Estados Unidos y futuro presidente de su país, a partir de 1841


    14. Lo iluminaban 26 focos grandes y muy potentes que daban la luz azul clara


    15. El médico gordo estaba tumbado en el suelo, su cuerpo temblaba y sus extremidades daban convulsiones


    16. la daban el mito y la religión


    17. Pero, ¡qué demonio!, siempre la condenada suertepersiguiéndole, porque todos los empleos que le daban eran de lo másantipático que imaginarse puede


    18. Las nueve sería, cuando los tres entraban por el portal de la casa decorredor, y no fue poco su asombro al ver en el patio resplandor dehoguera y multitud de antorchas, cuyas movibles y rojizas llamas daban ala escena temeroso y fantástico aspecto


    19. Fortunata dijo que sí con la cabeza, y sus miradas daban a entender queaquel perdón era de los fáciles, porque el amor andaba de por medio


    20. Y cuando el destino le ofrecía el goce de una existencia bella,sosegada, cómoda; cuando su talento reconocido y su grandeza deespíritu, le daban asiento firme entre los que ya podían echarse adescansar, formó con su vida una flor, y la puso a los pies de lapatria

    21. Y en aquella ciudad ¿quién no sabíaque cuando había una libertad en peligro, un periódico en amenaza, unaurna de sufragio en riesgo, los estudiantes se reunían, vestidos comopara fiesta, y descubiertas las cabezas y cogidos del brazo, se iban porlas calles pidiendo justicia; o daban tinta a las prensas en un sótano,e imprimían lo que no podían decir; se reunían en la antigua Alameda,cuando en las cátedras querían quebrarles los maestros el decoro, y deun tronco hacían silla para el mejor de entre ellos, que nombrabancatedrático, y al amor de los árboles, por entre cuyas ramas parecía elcielo como un sutil bordado, sentado sobre los libros decía con granentusiasmo sus lecciones; o en silencio, y desafiando la muerte, pálidoscomo ángeles, juntos como hermanos, entraban por la calle que iba a lacasa pública en que habían de depositar sus votos, una vez que elGobierno no quería que votaran más que sus secuaces, y fueron cayendouno a uno, sin echarse atrás, los unos sobre los otros, atravesadospechos y cabezas por las balas, que en descargas nutridas desatabansobre ellos los soldados? Aquel día quedó en salvo por maravilla JuanJerez, porque un tío de Pedro Real desvió el fusil de un soldado que leapuntaba


    22. Alguna vez, cuando atardecía, abrían los balcones, que daban


    23. uno de lostres balcones que daban a la plaza


    24. A pesar de este calor y de la peste que daban los dos


    25. daban para todo: parael campo y para la mar; para lo de puertas


    26. celestial de que las sencillas hermanas,sus compañeras, daban testimonio, diciendo


    27. afirmar los pies en parte alguna, ni tampoco encaramarme en el árbol, porque estaban lejos las raíces y a gran altura los largos y gruesos ramos que daban sombra a Caribdis


    28. Y efectivamente, daban las siete en punto cuando Felipe y su


    29. Cuando me levanté de la mecedora para cerrar el balcón, daban las doceen el reloj del


    30. loque le daban; en los días que hacía buen tiempo paseaba por la Alamedacon un par de curas

    31. una hipoteca; las rentasapenas si daban para los réditos, y hasta la misma casa en que ellavivía


    32. pesados puntales, golpeaban el armazónde los bastidores o daban tremendos palos a los ardientes


    33. que tantogolpe daban en mi juventud, y hasta los labradores se encajan la blusay el hongo, como


    34. reinaba en toda la casa, daban a ésta un ambiente conventual deprofunda paz, dulce y atractivo


    35. Los curiosos agolpados a ambos ladosde la vía daban a entender lo mismo con sus


    36. daban una cantidad con taldestino la dedicaba a la Bolsa, cuidando de entregar los intereses


    37. derecha, atacaban los segundos, daban fuego los terceros, y el servicio de municiones era hecho


    38. todo los bríos de lajuventud, daban a las muchachas resolución;


    39. nombre y sus riquezas le daban derecho para figurar a la cabezadel gobierno


    40. tarde a Gerardo al otro lado del precipicio, asido alas rocas que daban frente a las

    41. semetian el dedo en la boca y se daban golpes en los pechos, que era lademostracion que hacian


    42. tambienregalaban al capitan bastantes mantas y cojinillos pintados, y ofrecianque darian mas si les daban de aquellos juguetes, y encargaron que áotro viage, segun sus señas se comprendia que habian de volver


    43. Tres ò cuatro dias antes de la salida de la embarcacion se vinieron àdespedir los indios del capitan y su gente, y volvieron à encargar queles llevasen de aquellas cosas, pues daban á entender su


    44. , y continuo disparar de fuegos artificiales, daban biená entender su júbilo y alegria por el castigo de su comun enemigo: dandoel último realce á esta general aclamacion el general repique de lascampanas de


    45. que se daban y hacen altiempo del desposorio


    46. daban margen á largos comentarios


    47. su carta; pero yolos dejé intencionalmente, por la pintoresca vivacidad que daban


    48. Ellas daban tono al gobierno con su


    49. frunciéndose en el centro, daban mayor majestad a su


    50. laenergía de la actitud, daban envidia a los de Hércules













































    1. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase


    2. Si dabas flores, te faltaba tiempo para ponerlas en el vaso de la generosidad, abierto a todo el mundo; si echabas espinas, te las metías en el bolsillo del egoísmo, y te pinchabas solo


    3. Eso era algo especial que él poseía: era alguien que, cuando estaba, te dabas cuenta


    4. Entonces te dabas cuenta de la grandeza y variedad del Imperio


    5. Pero si ése es el caso, quiero algo más de lo que me dabas antes de que me fuera


    6. Luego te dabas cuenta de que el motivo era la convicción, su convicción


    7. Cuando le dabas al interruptor, no sucedía nada durante un rato excepto una vibración subsónica que surgía lentamente de la tierra, como si un tren de carga se estuviese acercando desde muy lejos, y finalmente la hoja comenzaba a moverse, ganando velocidad lenta pero inexorablemente hasta que los dientes desaparecían y se convertían en un rayo de pura energía extendido tenso entre la mesa y la máquina


    8. Tú seguías despierto, dabas vueltas por la habitación, abrías y cerrabas cajones como si buscaras algo


    9. Eso podía parecer fácil, pero cuando te dabas cuenta de que había que numerar cada piedra previamente, empezabas a comprender lo complicado que era


    10. Todo lo que la muchacha había hecho era darle un nombre a la cosa, y en cuanto le dabas un nombre a una cosa le dabas una vida

    11. Pero cuando dabas con uno bueno, no había excitación comparable: la embriagadora combinación de la caza de un hombre mediante un rompecabezas, el olor a miedo que pesaba en el aire -penetrante como el metálido aroma de la sangre-, la sensación de voluptuoso bienestar, la fascinante forma en que la confianza, la personalidad y la moral cambiaban sutilmente y se deterioraban bajo su contaminante impacto


    12. Pero bueno, ¿qué coño estaba pasando? Ayer en Brighton tirabas una piedra en cualquier dirección y le dabas a un MG TF


    13. Pero por la manera en que Jadis golpeaba con el pie en el suelo, te dabas cuenta de que comenzaba a impacientarse


    14. -¿Y les dabas por el culo? – preguntó Dix


    1. Dios por todo lo que me ha dado en la vida y las cosas que


    2. Visitole pororden de su Magestad don Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, Arzobispo deTiro, Patriarca de las Indias; hízole una larga platica para su consueloespiritual; y el Viernes 6 de Agosto, año del Nacimiento del Salvador1660 día de la Transfiguración del Señor, habiendo recibido los SantosSacramentos, y otorgado poder para testar a su íntimo amigo Don Gasparde Fuensalida, Grefier de su Magestad, a las dos de la tarde, y a lossesenta y seis años de su edad dio su alma a quien para tanta admiracióndel mundo le había criado, dexando singular sentimiento a todos, y nomenos a su Magestad, que en los extremos de su enfermedad había dado aentender lo mucho que le quería y estimaba


    3. Indudablemente sería GilVicente uno de los principales fundadores del drama español, dado elcaso de que sus dramas se representaran en España


    4. Si nuestro deber nos obliga á señalar los defectos capitales de Virués,es justo añadir también en su honor, que, á pesar de los incomprensiblesabsurdos, á que lo arrastraba una falsa idea del arte ó la indulgenciaconsigo mismo, revela talento no común, que, mejor dirigido y habiendoimitado modelos más perfectos, hubiese dado, sin duda, resultados másprovechosos


    5. La han compuesto y dado lustre


    6. Juan II, que fué muy inventivo, é mucho dado afallar invenciones é sacar entremeses en fiestas, ó en justas, ó enguerra, en las cuales invenciones muy agudamente significaba lo quequería


    7. Capítulo aparte le dedicó a la liberación femenina: Dijo, entre las innumerables cosas que trató sobre el tema, que las mujeres, tratando egoístamente de buscar su acomodo, habían acabado con la familia, que es la célula de la sociedad tal como se daba antes, pues con las reivindicaciones obtenidas con la liberación femenina ahora les había dado por el antojo de desempeñarse hasta en los oficios que por naturaleza le corresponden a los hombres, con lo cual los han venido desplazando del mercado laboral, sumiéndolos en el desempleo y arrinconándolos en sus hogares en un cambio brusco de roles, desempeñando las labores propias de la mujer, cuestión que ha dado al traste con las uniones maritales, con la familia y con el orden social


    8. Que trata de lo que contó el cabrero a todos los que llevaban a don Quijote sobre el por qué él había dado a totear por esos peñascales, dándole en su relato de paso una muenda a las mujeres por haberlo dejado una con los crespos hechos


    9. Muñecazo: Golpe dado con el puño


    10. Ouissene, en cambio, se había dado en cuerpo y alma a la observación del trabajo del

    11. Creo disponer de un puñado de hombres a quienes su estancia en el ejército les ha dado la


    12. henchido bien, todo lo demás le será dado por añadidura


    13. helipuerto y como dirección había dado sencillamente la plaza Manuel Becerra


    14. Imagínate la libertad de que gozan los fantasmas dado que, como todo el mundo sabe, no


    15. un principio y, en todo caso, de las que el cerebro puede asimilar en un momento dado, mas


    16. La corrupción se ha dado en todas las civilizaciones, incluso en las más ilustres y venerables


    17. Le ha dado el maletín, con su colección completa de móviles,


    18. Se ha dado el caso de que dos grupos


    19. Mas Evgueni había dado por concluida la entrevista


    20. había dado asimismo un 60 por ciento de las acciones del holding que controla la firma, y

    21. Una vez más has dado en el clavo, Juan,


    22. Si no se han dado cuenta de


    23. Dado que compartimos


    24. medio de las masas de turistas, dado el volumen del capital que está en juego


    25. reventado a tiros los melones, sino de que, tras ello, no se hubieran dado cuenta del tipo de


    26. cuenta de que el mismo vehículo había dado la vuelta y se había puesto a avanzar, con la


    27. El genio del siglo veinte ha dado la guerra ideológica, caliente o fría


    28. dado lugar a guerras estériles, en las que los tres titanes enfrentados llevaban una máscara tras


    29. demasiados problemas de conciencia, ante la voluntad del destino, cuando éste ha dado, en


    30. ha dado su potencia y su trono y una gran autoridad

    31. Ha dado usted en el clavo


    32. para que asistan a los asaltos y se ha dado el caso de que les permita participar en ellos, unos


    33. Pero, dado que me levanté tarde, alguna


    34. precipitación caído sobre ella misma; por el contrario, de haberse desbordado el río, dado el


    35. Dado que, sobre todo yo, comencé a hallar el agua del mar algo fría, sustituimos las


    36. nuestro lugar, se habrá dado cuenta, en efecto, de que la cosa no resulta tan evidente y el


    37. de material, la instalación en un nuevo cuartel general, te habían dado tiempo suficiente para


    38. pasado criminal del espíritu, muchos de ellos ni siquiera le hubieran dado una


    39. Hay, entonces, pasé gran parte de mi tiempo al estudio de un libro que me ha dado un pescador


    40. Cuántos tragos bebió en los Estados Unidos! O al menos, cuántas latas de refresco! De hecho, hay, al alto porcentaje de neuróticos y bebido, han aborrecido casi por completo esos contenedores tan conocidas: Botellas! Cuántos buenos recuerdos! Recuerdo incluso que, dado que en ese año cuando crucé el océano, eran hombres negros de moda, no estaba de moda entre los jóvenes a imitarlos

    41. Cuando estaba en el estado de ánimo un poco más brillante, me imaginaba reales las historias de amor, me imaginaba a los personajes, y yo leí y releí las historias que mi propia mente, habían dado a luz:


    42. "Nosotros"-dice-"como te habrás dado cuenta, no tenemos vergüenza y de hecho siempre tratamos nueva amatoria posiciones, para asegurar que nuestros orgasmos más satisfactorios siempre se mantienen


    43. en un momento dado fue tal la abstracción que conseguí que,


    44. Crucé en un momento dado, lo normal es


    45. y en un momento dado había tantos, que parecía una carretera


    46. Dado que las causas que generan conflictos con


    47. optimizado y aunque el tiempo les haya dado la razón


    48. nunca, le hubiera dado un disgusto de


    49. hubiera dado opción a decidir


    50. día, y no lo dejaba dormir hasta que Héctor no le había dado el parte diario






































    1. mármoles, que dais testimonio de queexistieron en el mundo la barbarie, la valentía, el cumplimiento de


    2. —Muy corto me parece el plácet que me dais


    3. —Sí que es pequeña la casa, sí—dice María, asomando la cabeza por encima del sofá—, ¿no os dais cuenta?, sólo tiene una habitación


    4. Cuando me llevaron de nuevo a su presencia, tuve la sensación de que la atmósfera estaba cargada de antagonismo al detenerme delante del dais en el que el jed estaba sentado en su trono tallado


    5. Las motivaciones que dais en cada caso son pretextos triviales: las conquistas, el oro


    6. Me dan miedo y me dais miedo vos


    7. No es así, pero a veces lo parece, ¿verdad? En días como éste me dais envidia los norteños, con vuestras nevadas de verano


    8. –¿Os dais cuenta? – dijo Norma apoyándose de espaldas a la barra


    9. Pero, con todo esto, por dondequiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desaboridos, bien diferentes de los del Tajo dorado; y esto que agora os digo, ¡oh primo mío!, os lo he dicho muchas veces; y como no me respondéis, imagino que no me dais crédito, o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe


    10. Si le dais la vuelta y la ponéis sobre el izquierdo parece una W

    11. ¿Os dais cuenta de lo que habéis hecho? Me habéis puesto en un compromiso ante el Presidente


    12. —¿No os dais cuenta? —Señaló la vid de la serpiente que había sobre la mesa—


    13. Conocí a un tal Manfried Katzenmeyer, capitán de Artillería a quien enchiqueraron porque, en la otra guerra, había mezclado todas las cajas de granadas ¡Os dais cuenta del follón para la Artillería de Guillermo! Los franceses se apoderan de dos cotas, el kronprinz acude frente a Verdún; total, el pánico


    14. ¿No os dais cuenta? Nadie podrá encontrarla o recordar que le sucedió


    15. ¿No veis el modo en que las cosas no encajan? ¿No os dais cuenta de que pasa algo raro? ¿No os dais cuenta de que algo no va bien?


    16. A Thomas, de quien no se conocía punto débil alguno y quien, a su vez, mostraba hacia ellas una tolerante indiferencia, como queriendo decir: «Os comprendo y me dais lástima», lo trataban con un gran respeto


    17. El segundo se insinúa en una hipérbole inserta en la descripción de la vestimenta de Montesinos: «cuentas (de rosario) mayores que medianas nueces, y los dieces asimismo como huevos medianos de avestruz»; se sigue con la inclusión de detalles «realistas» en contraste con el carácter fantástico del conjunto: el «puñal buido, más agudo que una lezna»; el adjetivo «peluda» (en vez de «velluda») aplicado a la mano de Durandarte; el «pañizuelo de puntas» en que Montesinos envuelve el corazón de su pariente; la serie sal-mal olor-mojama referida al corazón del mismo; la mención de una situación extraordinaria que, por el lugar en que está situada y, sobre [182] todo, por el tono con que está contada, puede tener efectos cómicos: «siendo esto así, y que realmente murió este caballero, ¿cómo ahora se queja y suspira de cuando en cuando, como si estuviese vivo?»; la recitación, por Durandarte, de un romance escrito visiblemente después de su muerte (un romance popular); una declaración de Montesinos que quita a la escena y a sus palabras toda espontaneidad y la mecaniza por repetición: «Esto que agora os digo, ¡oh, primo mío!, os lo he dicho muchas veces, y como no me respondéis, imagino que no me dais crédito o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios sabe»; un estereotipo (cuyo comentario se hace en el capítulo siguiente) cuya vulgaridad desentona en el conjunto y en labios del difunto Durandarte[41]; por último, la descripción de Belerma como mujer fea, y, momento el más bajo de este sistema en degradación, la mención, por Montesinos, del «mal mensil» y de los años que ha que no asoma por sus puertas (de Belerma), mención que el relato como tal no exige, ya que la causa, expuesta en el segundo miembro de un período subordinado, puede enunciarse correctamente sin el primero


    18. ¿No os dais cuenta? ¡Oh, señor, un poco de paciencia, por favor, y os lo explicaré todo! Decís que soy en parte al menos responsable de cuanto os ha sucedido


    19. –¿Os dais cuenta de la situación, Nefer? He tomado una decisión y vos me pedís que renuncie a ella


    20. –Es una suerte que haya elegido esta noche, ¿os dais cuenta? – dijo Hermione, mientras se metían vestidos en los sacos de dormir y se apoyaban en el codo para hablar-

    21. Me vuelve inofensivo, ¿os dais cuenta? Si la tomo la semana anterior a la luna llena, conservo mi personalidad al transformarme… Me encojo en mi despacho, convertido en un lobo inofensivo, y aguardo a que la luna vuelva a menguar


    22. «Si me dais alimento, os daré un reino», prometió el faqir, un individuo que había renunciado al islam en favor del hinduismo


    23. «Os dais cuenta de la importancia que tiene para nosotros, duque de Bedford, el que se condene prontamente a esta maldita bruja que se nombra "la doncella Juana", hecha prisionera por uno de vuestros valientes y que está confiada ahora al cuidado del conde de Ligny, Juan de Luxembourg


    24. Hasan discutía a veces hasta la caída de la noche con los dais y los fieles presentes


    25. Hasan estaba sentado entre los dais y a la derecha del gran maestro de la logia de El Cairo, quien, al parecer, no apreciaba mucho más que él aquella fiesta en la que el estupro y la lujuria eran de rigor


    26. Los dos dais seguían sin volver y cuando, a la mañana siguiente, se hizo necesario abandonar el lugar con objeto de unirse a la caravana, que aguardaba en un punto de agua, Hasan y las mujeres tuvieron que rendirse a la evidencia: aquellos hombres no volverían


    27. –¡Alabado seas, Hasan Sabbah! A ti te reconocemos en lo sucesivo como nuestro guía y nuestra fuente de inspiración -repitieron a coro los dais


    28. Mientras tanto, consejeros y dais, gobernadores y oficiales, se extendían en comentarios acerca de la tragedia rápida y brutal que acababa de producirse


    29. –Yo sí lo conocí, hace tiempo, en Bagdad -dijo uno de los dais que escuchaba la confesión de aquel hombre-


    30. —¿Os dais cuenta de que quiere terminar con todos los caballeros de Sión de los que conoce su identidad? —insistió el de Mataplana

    31. Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga


    32. Tú y tu amigo vais al cine, al teatro y a restaurantes nuevos; salís de paseo; dais vueltas en bicicleta o compráis regalos de vacaciones, y pones mucho entusiasmo y mucha energía en estas salidas


    1. hasta cierto punto: yo soy dueño de misacciones, y en paz, o damos el gran escándalo


    2. Sin damos cuenta, terminaremos


    3. Cuando traemos a la conciencia esas motivaciones, nos damos cuenta de lo absurdas que son


    4. cumplidamente su acusación y querella: damos y pronunciamos suintención por bien


    5. damos en el conocimiento de lo actual,descubrimos un pasado


    6. En la revista Punto Final, en 1972 Augusto escribió: "La derecha odia a Canal 9 porque damos preferencia a las noticias y posiciones de los diversos sectores del pueblo, porque atacamos sin clemencia al imperialismo y no titubeamos en usar un lenguaje duro contra la reacción; porque preferimos darle tribuna a la señora de la Junta de Vecinos antes que reproducir una declaración de un personero de la derecha…»


    7. Sin el empuje que nos habría dado la secesión de Ansion no podemos damos a conocer abiertamente


    8. El tiempo es la duración de todas las cosas, las cuales, aunque no son infinitas, son muchísimas e incesantemente vuelven a retornar a sí mismas, pues todo lo que existe vuelve a sí mismo; y alrededor de su centro de gravedad, común a todas ellas, se agrupan como una esfera, de suerte que, en cierto modo, vivimos y nos movemos como en un segundo globo terrestre, y nos parece pasar de unas cosas a otras, pues no nos damos cuenta de que marchamos en un círculo


    9. Venid a buscarlo en el «Bangalore», si os damos tiempo


    10. Cuando damos nuestro eldunarí, estamos dando la materialización física de nuestro ser completo

    11. El hábito de ver el lado positivo de los más próximos ha contrarrestado siempre ese natural sentido crítico que todos tenemos y al que damos con frecuencia más importancia o más valor del que tiene


    12. La "ausencia de peso" que ahora damos por sentado en las misiones espaciales, y que millones de turistas disfrutarán en el próximo siglo, les habría parecido como magia a nuestros abuelos


    13. En mi opinión, despilfarran el dinero de los contribuyentes; ciertamente les vendría bien una remodelación…, les damos sopas con honda en todos los apartados que puedo recordar, seguridad, gabarras, equipamiento… Y a propósito, he encargado seis «X63»


    14. Debí haber desconfiado a la primera, debí habérselo comunicado a los camaradas, debí haber entrado en Alfeite y haber dicho Sabe, señor comodoro, esto ha sido una trampa para que se sepa quién apoya al Gobierno y quién no, hoy mismo damos parte de usted al Secretario de Estado, debí haberlo visto palidecer, pasarse la mano por la frente, vacilar, balbucir por fin Qué dice, nunca he hecho nada sin el consentimiento del ministro, y yo, caminando hacia la puerta, Pues, señor comodoro, puede creer que me alegra saber que es tan patriota como nosotros


    15. Aquí el religioso cree que no lo es si no le damos la Inquisición, y el filósofo no ha de parar hasta la impiedad y el descreimiento; el militar quiere guerras para su medro personal, y el civil revoluciones para desarmar al ejército; el negociante no está contento si no alcanza ganancias locas por la usura y el monopolio; el hombre público no piensa más que en acaparar toda la influencia, dejando a los contrarios en seco


    16. Sólo le damos de comer una vez al día, y no mucho, de manera que siempre está tan agresivo como una salsa picante


    17. Jamás damos esa clase de información


    18. En la Tabla 14 damos los valores de las profundidades máximas que se han medido en algunas de estas hoyas (siempre de acuerdo con los datos de que dispone el autor)


    19. No sucede una vez al año al segundo, sino que ocurre de una forma en que, si damos por sentado que la duración del día es constante, podemos calcular hacia atrás y decidir, exactamente, cuándo un eclipse tuvo lugar a lo largo de cierto recorrido de la superficie de la Tierra en, digamos, el año 585 a


    20. La llave, la cruz de Ankh, nos conduce al mismo lugar si le damos uno de sus simbolismos, el que más se ajusta al resto de los objetos

    21. En la tabla 6 damos una relación de los elementos descubiertos en la primera cuarta parte del siglo dominado por Davy y Berzelius


    22. No lo damos por nada


    23. —¿Por qué no les damos el mejor comienzo posible en la vida? Yo correré con los gastos


    24. Mientras, desde luego, todos nos damos cuenta de que se trata de una


    25. Nosotros, los hombres de inteligencia; nosotros, los comerciantes, ni amos ni esclavos, no negociamos con cheques en blanco ni los damos a nadie


    26. Por lo que a la retórica se refiere, los maestros cometen un sarcasmo al decir “su talento es una leyenda a la que no damos crédito"


    27. Si damos crédito a la explicación dada por los autores ingleses de aquellos días, el año 1815, el año de Waterloo, ser hijo de un comerciante modesto significaba en aquel tiempo quedar condenado al ostracismo


    28. ¿Qué trato les damos, por tanto, ala intuición y al sentimiento?


    29. Y esa noticia decía así: "Damos cuenta de la llegada imprevista de un serafín desconocido, al que acompaña un supernafin solitario y el excelso Gabriel de Nebadon


    30. –Lo lamento -dijo el gerente-, pero nunca damos las direcciones de nuestros clientes

    31. La leche es una fuente alimenticia efímera y potencialmente peligrosa: es tan nutritiva, no solo para nosotros sino también para las bacterias, que se estropea rápidamente si se deja sin la pasteurización y refrigeración que nosotros damos por sentada, y que los noruegos, al igual que cualquier otra persona antes de los tiempos actuales, no practicaban


    32. tendencia a ahondar en los aspectos más evidentes de la enfermedad: kilos perdidos, ritos siniestros, pensamientos incomprensibles, percepción de la realidad alterada… Las fotografías y los manifiestos de estas páginas justifican el miedo y la alarma, y de esa manera brutal, con el descubrimiento de esa tendencia cada vez más generalizada, deberían hacer reflexionar sobre el tipo de educación que damos a las niñas, sobre la sociedad que encuentran


    33. —Fueran cuales fuesen las condiciones, princesa —dijo Roial—, damos las gracias a Domi por tu milagroso regreso


    34. Sólo de cuando en cuando damos con alguno


    35. Éste es el pequeño premio que le damos a las dos compañías que estuvieron en nuestro favor, por haber sido tan serviciales


    36. –¡Ah! – rió Pietro-, una lección de dignidad, eso es lo que les damos!


    37. No, no podemos mirar hacia otro lado, pese a que veo caras de perplejidad entre algunos senadores por la importancia que yo y Graco y otros damos a este asunto


    38. Lo lograrán, si les damos la oportunidad


    39. –Nos damos cuenta de que el hermano Levi ha estado malgastando las tardes en la calle del Infierno, alternando en tabernas y entablando relaciones con el diablo


    40. No damos valor económico ni honorífico a la educación

    41. Nunca tenemos torneos, nunca damos homenajes


    42. No damos a nuestros niños educación religiosa alguna, aunque los padres pueden hacerlo si así lo desean


    43. ‘Atencion, damos el premio a los mas sudados


    44. Le damos la razón: el lector comparte esa certeza


    45. Usted hace que la gente vuelva al trabajo y le damos un empleo fijo aquí, como ayudante del capataz, a cinco dólares diarios


    46. Es exactamente lo mismo con nosotros; obtendremos exactamente lo que damos, pero tendremos que darlo primero


    47. La riqueza o la posición prematuras no pueden ser conservadas porque no han sido ganadas; conseguimos solamente lo que damos, y los que intentan conseguir sin dar siempre encuentran que la ley de la compensación produce un equilibrio exacto implacablemente


    48. Para crecer debemos obtener lo que es esencial para nuestro crecimiento, pero como somos siempre una entidad completa de pensamiento, esta completitud hace posible recibir solo como damos; el crecimiento por lo tanto se condiciona en la acción recíproca, y encontramos que en el plano mental similares atraen similares, que las vibraciones mentales responden solamente en la extensión de su armonía vibratoria


    49. Cuando nos damos cuenta de estos hechos referentes a la mente, entendemos cómo podemos atraernos cualquier condición, creando las condiciones correspondientes en nuestra consciencia, porque todo lo que es mantenido por un periodo de tiempo en la consciencia, finalmente se impresiona sobre el subconsciente y crea un patrón que la energía creativa manifestara en la vida y el ambiente del individuo


    50. Si reconocemos que la Energía Omnipotente es el origen de todo suministro, debemos ajustar nuestra conciencia a este suministro de una manera tal que atraerá constantemente todo lo que sea necesario a ella misma y encontraremos que entre más damos más conseguimos











































    1. No se puedeexpresar por qué; pero sus proporciones, su actitud, la forma de sucabeza, el movimiento que hace, el modo de extender el brazo, ladelicadeza con que arquea los dedos, le dan en totalidad un aspectoclásico en el más alto sentido de la palabra: y se le ocurre a unopensar que si se descubrieran obras de pintores griegos se hallaría algoparecido a esa mujer gentil y airosa, bella y fuerte, que habiendonacido en Lavapiés o Maravillas es digna de haber pisado las plazas deAtenas y Corinto


    2. Estos cánticos y romances místicos, escritos en dialecto gallego,interesantes porque nos dan á conocer las formas de los antiguos cantosreligiosos, se han conservado en número de 400, con su música especial,en diversos manuscritos del Escorial y de la catedral de Toledo


    3. Dice en ella que ha puesto á sucomposición el nombre de comedieta, atendiendo á los tres diversosnombres de tragedias, sátiras y comedias, que dan los poetas á estaclase de obras: que tragedia es la poesía que refiere la caída degrandes reyes y príncipes, como Hércules, Priamo, Agamenón y otros, cuyavida fué tranquila al principio y en su mediación, pero que al finterminó tristemente, como se ve en las tragedias de Séneca el Joven y enel libro de Bocaccio, titulado De casibus virorum illustrium: quesátira se llama la que escribe el poeta con el nombre de sátiro,criticando con calor los vicios y alabando la virtud; y que se denominacomedia la que trata de aquellos hombres, que comenzaron á vivir contrabajos, y después hasta su muerte fueron dichosos, como las escritaspor Terencio y por el Dante en su libro, en el cual cuenta haber vistoprimero los dolores y sufrimientos del infierno, después el purgatorio,y por último muy contento y feliz el paraíso


    4. Las reflexiones, que anteceden á sus comedias, nos dan á conocer lasideas del poeta acerca de su arte


    5. El padre y la madre, cada uno por su parte, dan sus órdenes áMencigüela acerca del precio, á que ha de vender las futuras aceitunas,y ella promete á ambos cumplirlas


    6. De la decidida vocación de este hombre extraordinarioá la poesía, dan pruebas suficientes la riqueza de sus invenciones, elbrillo de su exposición, la entusiasta animación de sus descripciones, yel fuego y la energía de su lenguaje en la pintura de los afectos


    7. La historia de los amantes de Teruel, tan patética y popularen España, que sirvió después á Tirso de Molina y á Montalván[307],forma su base, y la vigorosa pintura de los afectos y la profundidad delsentimiento de toda ella, dan prueba del eminente talento poético de suautor


    8. Despues de concluido le dan ábeber un huevo de avestruz crudo, y agua, haciéndole fumar tabaco, quees el regalo que le hacen al gualichu


    9. países, en los que se dan periodos de explosión demográfica alternando con períodos


    10. ¿Qué es lo que quedará para repartir? Solo el amor que dan

    11. inicial se dan las manifestaciones más primitivas y materiales del egoísmo, como la


    12. Pero no hay peligro! Sólo dos o tres repisas por día, dan una mano de ayuda a muchos residentes de ese vecindario para evacuar de un pueblo pequeño


    13. Qué contraste con los dos jóvenes dan un observador cuidadoso! Ellos, de manera sencilla y humilde, en la ciudad donde la moderación ha sido olvidado para siempre


    14. Mira en la parte superior y esas esculturas dan una emoción, también puse un hacer no sé que mezclan temor a reverenciar


    15. Llegué a las tumbas, que se encuentra en un piso superior completamente seco y protegido a través de una línea de terminación de mármol en un agujero bloqueado por una escotilla rudimentaria; Mientras tanto la reina, hojeando manuscritos antiguos que se encuentran en algunas tumbas, donde los símbolos y figuras ocupan el lugar de las palabras, y mientras que intenta descifrar ellos, me dan un vistazo de cerca a la caja, colocadas en dos filas para formar una corredor macabro; han trabajado en bronce y decorado con arcos, líneas onduladas, círculos, relieves y depresiones en una sucesión discontinua, como para dar al espectador una sensación de agitación, hecho de prohibir, cada uno de una continuidad lógica


    16. Las pequeñas esculturas en la entrada, nos dan la bienvenida; son pequeñas estatuillas de marfil, sin duda única en su especie


    17. Subimos las escaleras que dan a cubierta, aire


    18. Estados y las corporaciones privadas dan con la pretensión


    19. Pero si consideramos que los aconteceres históricos, como los movimientos telúricos, se dan sólo cuando las circunstancias los propician, hemos de convenir en que éstos deben ocurrir en un momento dado, y su preparación y desarrollo guardan siempre estrecha relación con el medio y las condiciones de los actores


    20. La malquerencia de los militares venezolanos al granadino, una enfermedad de la cual no dan síntomas todavía de una curación completa, al cabo de 160 años, hizo que se viera precisado a renunciar este cargo, dedicándose a buscar el acercamiento con sus adversarios que lo hicieron dimitir, lo cual logró gracias a su verborragia convincente, a su viscosidad adulatoria y a la elasticidad de su espinazo para hacer profundas reverencias

    21. Pero los conspiradores no se dan por vencidos y preparan un nuevo atentado para el 28 de octubre, día de la fiesta de San Simón, el que ha de anticiparse ante la infidencia que, en estado de embriaguez, hace uno de ellos, el Capitán Benedicto Triana, que es reducido a prisión en la tarde del 25 de septiembre


    22. [15] No ignoro que otros dan distinto significado á este lema,y entre ellos Ponz si mal no me acuerdo, diciendo algunos que TANTOMONTA, es una abreviatura del lema tanto monta, monta tanto Isabel comoFernando: aludiendo sin duda á la estrecha union de estos dos espososque procedieron con tal acuerdo en el gobierno de sus estados


    23. nos dan el conocimiento más directo de las relaciones de interde-


    24. ción a esos vaivenes afectivos que dan cuenta de nuestros roces y


    25. refieren a un conjunto de vivencias táctiles que les dan apoyo


    26. Fuera los slogans que dan culto a la muerte


    27. En forma similar, las reglas de selección de delegados en los diversos estados dan un toque adicional de complejidad que ponen a prueba la comprensión de todos, salvo la de los observadores más avezados


    28. y aun lo cultivan al presente en su mayoría, pero en común también en su mayor parte, que estando por lo mismo sujeto a tranqueras estas no dan la seguridad necesaria a las labores que encierra y que por esta razon el año antepesa-do sufrieron las milpas notavilisimo daño y al presente siendo considerable la siembra ya se haya casi destrosada por los ganados


    29. Como guirnaldas ténues que adornan las palmeras, Y al recibir su apoyo le dan su emanacion


    30. Que en el altar sagrado dan filo á los cuchillos, Para apagar, matando, de libertad el clamor

    31. Por el golpe que te dan


    32. Tal es el nombre que los gauchos dan á los fuegos fátuos que se levantande los sepulcros, y que suponen ser el alma en pena de los muertos


    33. en su lecho de muerte, cuando todo lo externo se desvanece, cuando se dan cuenta de que ninguna cosa


    34. se dan cuenta de que los sucesos son lo más inestable del universo porque cambian constantemente


    35. En algunos casos, el despertar sucede cuando las personas se dan cuenta repentinamente de la


    36. En todas las ocasiones, eldesprenderse de una cantidad fuerte le costaba siempre algún trabajo, alcontrario de los dadivosos que cuando dan parece que se les quita unpeso de encima


    37. Te acordarás de aquel cuerpo sinigual, de aquel busto estatuario, de esos que se dan en el pueblo ymueren en la oscuridad cuando la civilización no los busca y los presenta


    38. Me asomé con ellos a las ventanas que dan a Buenavista, yno vi nada


    39. La calle con su bullicio y ladiversidad de cosas que en ella se ven, ofrecía gran incentivo a aquellaimaginación, que al desarrollarse tarde, solía desplegar los bríos deque dan muestras algunos enfermos graves


    40. No, Adela, no lehagas caso: esas frentes cubiertas, me dan miedo

    41. En algunas casas no le dan nada y se quedan con latarjeta, que ya a él no le puede servir, puesto que ha estampado en ellael nombre del agraciado; pero en otras sí que le dan algo, enreconocimiento, sin duda, a su atención


    42. Los parientes les dan cuartos querecogen los padres y de los que regularmente no vuelven á tenernoticia


    43. que se dan las luchas feministas y por extensión GLBTT (o más bien, instituciones


    44. que, a pesar de que en Brasil se dan derechos a los homosexuales, la dificultad


    45. Los Estados de bienestar dan forma también a la interacción entre las familias y los mercados laborales por medio de la definición de los criterios de acceso a la distribución autorizada de los recursos: los hombres tienden a reclamar dicho acceso en tanto trabajadores y las mujeres en tanto esposas y madres


    46. Y son los mercados laborales, familias y políticas sociales reales los que dan lugar a regímenes de bienestar con personalidad y rasgos propios


    47. Por eso, quedan fuera las relaciones de interdependencia económica y de cuidados que se dan entre personas de una misma familia que habitan distintos hogares (por ejemplo la hija que cotidianamente atiende y supervisa a su madre adulta mayor que vive en su propia casa)


    48. El siguiente capítulo explora las diferencias entre las prácticas de asignación de recursos y las constelaciones o combinación de prácticas del bienestar al que dan lugar estas constelaciones


    49. Para ello se pasa de las valoraciones generales a un análisis empíricamente detallado, tanto de prácticas como de las constelaciones a que dan lugar en distintos conglomerados de países


    50. Son estas prácticas las que dan lugar a los mundos del bienestar



































    1. »Pusieron al cuerpo el interior humilde atavío de difunto, y después levistieron como si estuviera vivo, como se acostumbra a hacer con losCaballeros de Órdenes Militares: puesto el manto capitular con la roxainsignia en el pecho, el sombrero, espada, botas y espuelas; y de estaforma estuvo aquella noche puesto encima de su misma cama en una salaenlutada; y a los lados algunos blandones con hachas, y otras luces enel altar donde estaba un Santo Cristo, hasta el sabado, que mudaron elcuerpo a un ataúd, aforrado en terciopelo liso negro, tachonado yguarnecido con pasamanos de oro, y encima una Cruz de la mismaguarnición, la clavazon, y cantoneras doradas y con dos llaves: hastaque llegando la noche, y dando a todos luto sus tinieblas, le conduxerona su último descanso, en la Parroquia de San Juan Bautista, donde lerecibieron los Caballeros Ayudas de Cámara de su Magestad, y le llevaronhasta el túmulo que estaba prevenido en medio de la capilla mayor;encima de la tumba fue colocado el cuerpo: a los dos lados había doceblandones de plata con hachas, y mucho número de luces


    2. Laborioso, paciente y muy erudito, proponía comomodelos únicos, dignos de imitación, las obras clásicas de la antigüedady de los franceses, insistiendo en la necesidad de escribir conclaridad, pureza, elegancia y corrección; sostuvo con Bodmer largos añoscontinuas y acres polémicas literarias, porque este decidido partidariode Milton y Shakespeare miraba la crítica de Gottsched como pobre,dañosa y estrecha, creyendo que la imaginación del poeta debía campearmás libremente, dando la preferencia al fondo de sus obras sin cuidarsede su forma


    3. El oidor, viendo que ya el cura había terminado el cuento, dando un gran suspiro y desgranándosele las lagrimas, le dijo:


    4. Y estando prevenidos, á cosa de las once ó doce deldia, se vió venir la indiada, formada en batalla con sus armas, coletosy algunas cotas de malla: y estando á distancia de cuatro cuadras denosotros, largaron sus caballos, y á todo correr, tomando nuestrocostado izquierdo, pasaron del otro lado de la laguna por nuestraretaguardia, dando vuelta por nuestro frente, lo que egecutaron por dosocasiones, formándose por nuestro costado izquierdo


    5. En cuanto a Milos, se había quedado erguido en el sillón, dando la impresión de que se iba a


    6. lugar que en cualquier otro, las cuales, a veces, me arrastraban dando revolcones, envuelto en


    7. A Dios rogando y con el mazo dando y la mecha prendiendo


    8. inferior es el hogar de los seres que todavía están dando los primeros pasos en el


    9. toma conciencia en ese momento de lo que se le está dando, y pide cada vez más y


    10. compenetración de los cuerpos más sutiles, astral mental y espiritual, dando como

    11. que se estaba haciendo de las creencias religiosas y dando una idea de por dónde va


    12. La base cristalina, los movimientos tectónicos que desgarraron en varias partes, dando lugar a los volcanes, realizado mediante depósito en la edad en capas primarias y secundarias de sedimentos, una especie de marina y parte continental, que la alternancia de transgresiones y ingresión del mar, estratificados largo de los siglos


    13. acompañar esa leche, estamos dando al publicista la


    14. sentó en el coche, dando un salto de


    15. net, nos están dando permiso para distribuir dicho material


    16. Había sido un día de perros, dando vueltas con el maldito autobús y


    17. comprender nada, con los ojos enrojecidos, dando él -esta vez- el portazo


    18. quien dando por terminado su almuerzo, arruina hasta los desechos


    19. Policarpa no quiso aceptar esta postura que comprometía su honestidad en el momento fatal, y dando la espalda a los soldados de la escolta, pronunció las conocidas frases que recogió la historia:


    20. No en vano los años amargos de la niñez van dando sus frutos, al formar su personalidad

    21. Dando unapatada en el suelo


    22. Voy Jhon, le estaba dando las


    23. por las calles, dando cuenta de su capacidad para mantenerlos lim-


    24. De aquí nacería -aunque no es estrictamente cierto- el criterio de que los medios de comunicación consideran un deber tener a la opinión pública informada, dando a la luz pública, periódicamente, resultados de encuestas de opinión pública


    25. Si es factible multiplicar el ejemplo que está dando La Prensa Libre, en donde sus empleados han conformado una cooperativa para adquirir el vespertino citado


    26. Miles pudo aterrizar y preparar el terreno para la fuerza de invasión principal, dando a los habitantes del planeta sin posibilidad de defensa


    27. Al estar al frente de la misma, el prisionero me estaba dando la espalda


    28. —¡Repóblica puerca, repóblica cochina!—rebuznó Platón, dando en lamesa un porrazo tan recio, que todo el ventorro tembló


    29. Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando larodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con elpalillo, pronunciando torpemente estas palabras:


    30. Las tres mujeronas que habían ido en busca de ladelincuente, pasaban de la huerta al patio por la puertecilla verde,huyendo despavoridas y dando voces de pánico

    31. Carlos,había tomado en aborrecimiento a los hombres del bando absolutista; peroconservaba las ideas autoritarias y la opinión de que no se puedegobernar bien sino dando muchos palos


    32. Rubín se sentaba y se levantaba, dando botes en el asiento, como unjinete que monta a la inglesa


    33. «Allá por Marzo será el gran suceso, la admiración del mundo—gruñía elinfeliz, dando vueltas sobre sí mismo—


    34. qué cantidad y con qué frecuencia estamos dando


    35. »Esta y otras reflexiones análogas me fueron dando la medida del estadode su espíritu


    36. Con la dieta ingresamos hidratos de carbono, grasas y proteínas, que van a producir una respuesta hormonal (insulina, glucagón) y además interaccionan unos con otros, dando diversos resultados en cuanto inflamación se refiere:


    37. El obispo es uno de esos hombres espirituales quecuando comen lo hacen como a pesar de ellos, con discreción, dando alas elegantes razones que se cruzan entre los comensales, másimportancia que a las viandas


    38. Miopinion es que el gobierno, dando una prueba de su confianza en elpueblo y en la estabilidad de su base, acuerde lo que se le pide; ylibre á él despues de retirar el permiso cuando vea quese abusa de su bondad


    39. Al decir esto el empleado, vivo carmín tiñó hasta lasorejas del galán, cuya mano no había soltado la damisela,y ésta, dando impaciente patada en el suelo, gritó:


    40. !—dijo conmucha calma el polizonte, dando un puñetazo en elpecho á cada interlocutor

    41. FMLN) que viene dando pasos para eliminar las discriminaciones y persecuciones,


    42. es la respuesta que viene dando el estado brasileño, a los sujetos y organizaciones


    43. pues, de ser electa, se estaría “(…) dando un paso equivocado para la historia del país y


    44. La segunda tarea sería promover que las actuales mediciones del uso del tiempo vayan dando lugar a estratégicos indicadores estandarizados, aunque estos sean pocos


    45. En un caso, estas políticas ponen el énfasis en la productividad laboral mientras que en el otro enfatiza en la protección social, dando lugar a los regímenes estatal-productivista y estatal-proteccionista, respectivamente


    46. No era para menos, en sólo cuatro años, entre 1995 y el 2000, el producto interno bruto por habitante se redujo en más del 30%, dando lugar a uno de los empobrecimientos más acelerados de América Latina


    47. Hebreo Allon A Las Formas Gráficas Citadas, Y, Por Lo Tanto, Dando Origen A


    48. Románicas O Del Romance En La Grafía De Ximen Dando Origen A Todos Los


    49. pueblos delcentro de América (aun dando por supuesto que los más significativos


    50. Lo de la Inquisición es una cantaleta que nos están dando losextranjeros desde hace













































    1. con la intención de agradar a Dios y dar gracias a El


    2. Las Hilanderas[88] es obra tan popularizada por toda clase dereproducciones que no ha menester descripción: además, la palabra esimpotente para dar idea de sus principales encantos que son la atmósferay el color


    3. El retrato del Conde de Benavente,cuya armadura, banda y rostro recuerdan El entierro del Conde Orgaz,obra principal del Greco, es el cuadro donde esta influencia se ve másclara; pero en lo sucesivo esos grises persisten en los lienzos deVelázquez como un elemento nuevo ya para dar energía y realce a losnegros, ya para quitarles dureza y pesadez, y siempre para imprimir a latonalidad general un sello de placidez y elegancia incomparable


    4. Orden aclaratoria de otra anterior,[97] mandando dar ración aVelázquez


    5. A Cristóbal el ciego se le dará a disposición del Camarero Mayor oSumiller, pero como el de Andresillo cuando se le hubiere de dar


    6. Una prueba de suacierto en imitar la antigua grandeza, se encuentra en la escena deltemplo de Júpiter, que hace de introducción, en donde Dido, rodeada delos próceres de su reino, anuncia al embajador del rey de Numidia suresolución de dar su mano á Yarbas, que amenazaba destruir á Cartago, yen la descripción de la lucha de la reina entre su amor á Siqueo, y supatriotismo, y principalmente en el desenlace, cuando la desdichadahunde el puñal en su pecho, en medio de los preparativos nupciales, y envez de esposa ofrece un cadáver á su real amante


    7. Basilio Villarino, lo hizo hasta la latitud de 39grados, y me parece muy conveniente que se concluya; pues con bienfundadas razones debemos arguir, que desde su orígen encamina su cursohácia las inmediaciones de la ciudad de Mendoza; y verificándose, comoes de presumir, podrá dar la mano esta ciudad y las poblacionescircunvecinas, con la del Rio Negro, trayendo víveres á ella, y llevandoen retorno la sal: cuya averiguacion tambien facilitaria un camino detierra, para de Mendoza conducir ganados y caballos al Rio Negro


    8. , y continuo disparar de fuegos artificiales, daban biená entender su júbilo y alegria por el castigo de su comun enemigo: dandoel último realce á esta general aclamacion el general repique de lascampanas de todas las iglesias y conventos, y el no interrumpidoestruendo de la artillería y fusilería; viéndome precisado á dar vueltaá la ciudad en esta conformidad, para contentar á un pueblo que acaba deseguirme con tanto honor en la campaña


    9. El Puerto Deseado es muy angosto en elespacio de media legua, la velocidad de la corriente en el flujo yreflujo es de siete á ocho millas por hora, y una gran parte del fondoestá sembrada de bancos y piedras: sus campañas están cubiertas dearena, de modo que no se encuentra en ellas un arbusto: no hay en todoaquel terreno, manantial de agua dulce, ni los pozos ó cazimbas que sehan abierto en la playa, pueden dar la cantidad suficiente para el gastodiario de las embarcaciones, y para llenar la vasijeria de la bodega


    10. aprendido sin duda a no dar su opinión antes de haber escuchado y comprendido la del jefe

    11. viene una luz nueva para recomponerlo todo, para que pueda dar comienzo, desde el mismo


    12. Al menos nadie había osado dar el paso definitivo, pues todo


    13. mí, cuando los tenga en el puño, les voy a dar palo y tente tieso, pero a base de bien, ya verán,


    14. Hay que dar, igualmente, consignas bien precisas de discreción a los que trabajan


    15. procedía dar un golpe certero a la mafia rusa en España


    16. Todavía joven, sólo parecía esperar la ocasión propicia para dar el gran salto


    17. un Estado son enormes y tardan más en dar las vueltas necesarias


    18. acometida a instancias mías y debía dar la impresión de que no había perdido por completo el


    19. uno de esos sueños sin matices que suele dar el agotamiento


    20. cuando es realmente necesario, cuando alguien se empeña en dar la murga más allá de lo

    21. Por eso tardaste varios meses en dar


    22. Bueno, ¿qué os parece si los reclusos bajan a dar un paseo por el patio de la prisión? No nos


    23. asunto consiste en que los representantes de ese gobierno oriental no están dispuestos a dar el


    24. En la intimidad podía dar la impresión, a


    25. El animal comenzó a dar unos terribles gruñidos y a tirar ferozmente del


    26. acepta con gusto dar en Toledo, pues es un enamorado de la ciudad y de su historia


    27. aparcamiento de esa finca, sino con el de la finca vecina, cuya salida, en lugar de dar a la calle


    28. alumnos aprendan de verdad, no debe dar directamente las soluciones de los


    29. han conseguido dar ese salto evolutivo serán los que se queden en el planeta,


    30. amor, pudiendo dar así el salto evolutivo que no quisieron dar en la anterior

    31. situación bastante lamentable, en cuestión de un par de siglos las cosas pueden dar


    32. Existen muchos espíritus que han decidido dar el paso de avanzar y por


    33. encarnaciones de humanos de mayor evolución que van al planeta a dar ejemplo, sin


    34. El paso inicial que tiene que dar el orgulloso para vencer su orgullo es liberarse de la


    35. más abierto a percibir el amor de los demás hacia él, y más abierto a dar el amor que


    36. es reacio a dar, es capaz de reconocer la presencia de amor y el bienestar que


    37. Aprenden a dar una imagen al mundo, la imagen


    38. entonces la tuerca vuelve a dar un nuevo giro hacia el desamor


    39. Qué pasa con la familia cuando uno decide dar el cambio


    40. Por ello, a la hora de dar se establece un escalafón, que pone

    41. Me dijo que estaba tomando gusto y su pasaje anal, subrayó y profanado otra vez, comenzó a dar sensaciones placenteras


    42. tanto de “salvarse”, a partir del momento en que quiera dar el paso


    43. desfasados para explicar y dar una solución satisfactoria a las experiencias vividas


    44. con la filosofía del amor incondicional que hemos expuesto, es decir, la de dar sin


    45. Cuántas cosas que pensé cuando lamiendo helados, compañero diario para dar largos paseos! Y cuánto tiempo se demoró esa chica dulce cuando le ofrecí un plátano: y era amante tan casto de la naturaleza, que le parecía una lástima que consuma la fruta, Él me miró y me lamió la parte superior de la banana, y luego se metió en la boca sin morder ella, entonces el excitado con la punta de la lengua


    46. Es por esta razón que la vagina, un tiempo utilizado para la reproducción, se ha transformado en una segunda boca; otras cuerdas vocales han tomado el lugar de los ovarios y el pelo largo reemplaza efectivamente el idioma en el tono ventral dar a su voz


    47. Una vez, hace unos 200 años, uno sufrió terriblemente por esta sustitución forzada de los órganos sexuales y la consiguiente abolición de esos placeres intensos que sólo el sexo puede dar


    48. " Mientras hablaba y estaba que ilustran estas cosas utópicas para cualquier ser humano, no pude sino admirar su belleza brillante que hizo similar a una diosa; sólo podía sentir amor por ella, por el bien que quería dar; pero sobre todo me sorprendió su alta y avanzada tecnología


    49. Terminado de beber, me siento inmediatamente dar vuelta a su cabeza, los ojos son pesados y los oídos comienzan a zumbar


    50. Amatoria te voy a enseñar todas las técnicas, todos los refinamientos eróticos que me puede dar y dar un orgasmo completo de los sentidos













































    1. En muchas de las explicaciones que me das, hablas del libre albedrío como algo


    2. das y abonos químicos, se altera la reproducción de los ciclos natu-


    3. edu ca das, con el fin de evi tar que las que no lo eran fue ran


    4. ló gi cas y per so na les fue ran li mi ta das y a que, en el cor to


    5. Das a las tiernas damas mil cuidados,


    6. Le das el jarabe antes de que se


    7. cuanto les das se lo gastan en aguardiente


    8. Estas grabaciones hidrofónicas fueron lleva- das a cabo bajo el agua por F


    9. –¿Pedro te das cuenta de que eres el único hombre de este mundo, el único en la faz de la tierra desde Adán en adelante, que su mujer lo manda a comprar rosas y vuelve a casa con un par de cojones de perro?


    10. Ni siquiera te das cuenta

    11. ¿Te das cuenta?


    12. ¿Te das cuenta de que torturas a los hombres por la calle?


    13. En la risa del caballero hay un cierto tono que no te inspira confianza, por lo que le das las gracias amablemente diciendo que tienes asuntos que atender


    14. Y aquel baile de trajes empezaba en las Tullerías y en Monseñor, pasando por la Corte entera, por las das Cámaras, los Tribunales de justicia y, toda la sociedad, a excepción de los de sarrapados, hasta llegar al verdugo, a quien se exigía que oficiara con el cabello rizado, empolvado, con una casaca llena de galones dorados y con las piernas cubiertas por medias de seda blanca


    15. das las esquinas de las calles la víspera de las ejecuciones, y en las cuales están escritos los nombres de los condenados, la causa de su condenación y la clase de suplicio


    16. —¡Está bien! Pero dime, ¿por qué no sigues tú el consejo que me das? ¿Por qué no me pides un semestre, o un año, y lo retiras a Bruselas? En vez de parecer un panadero retirado, parecerías un comerciante arruinado en el ejercicio de sus funciones


    17. De manera que al principio ves unas grandes máquinas y a pacientes muy chiquitos, luego en la etapa de equilibrio le das el valor que tienen, respectivamente, el paciente y la máquina; y al final ves al paciente muy grande y la máquina muy chiquita


    18. —¿Te das cuenta de que esto va a cambiar las cosas en el club?


    19. –¿Te das pena? – pregunto, aliviado cuando dos tipos con barba abren la puerta y se dirigen a la cama, y yo entro en el cuarto de baño y cierro con pestillo


    20. ¿No te das cuenta? Si tú quieres enterrar un cuerpo, la tierra se verá removida y ha de haber una razón para justificar tal apariencia

    21. Y más tarde, al contemplar la actitud receptiva del doctor Martínez ante la investigación desarrollada por el doctor Muro, le dice: «¿No te das cuenta, Javier, que hay un pacto general entre todos los partidos políticos para dejar el tema del síndrome tóxico tal y como está? Tú no sabes lo que hay detrás de todo esto, yo tengo información que tú no tienes»


    22. ¿Te das por satisfecho?


    23. Aprecian primero la valentía y segundo la reciprocidad: tú me das, yo te doy, con justicia


    24. —Cuando esté fuera me pasas la bolsa de las herramientas y la linterna, y cuando te lo pida me das el hilo de cobre


    25. Es nuestra oportunidad, la gran tarea de nuestra generación, ¿no te das cuenta? Nuestros padres, nuestros hermanos mayores, vencieron en la cruzada


    26. —Te voy a decir algo que es una de las leyes fundamentales de la religión de mi padre: «la primera obligación de un judío es alzarse contra el tirano cuando éste gobierna contra los intereses de su pueblo», ¿te das cuenta? Y eso es lo que está haciendo Manfred


    27. Si tú das entero crédito a sus promesas, corres el peligro de comprometer demasiado el corazón en un juego terrible: después te morirías al primer desengaño, y esa alma tan feliz hoy, tan tranquila, se convertiría en un instante en un infierno de tormentos… Ama, hija mía, porque esa es la dicha, y sobre todo, porque no amar no depende de ti; pero piensa un poco y no concedas tu amor sino con muchas reservas; más tarde irán desapareciendo, pero será después de que te hayas convencido de la sinceridad con que te aman


    28. –Bien dicho… -apoyó el estanciero Manuel das Onzas


    29. El "coronel" Amancio Leal, en compañía de Manuel das Onzas, contaba que Jesuíno había partido, debidamente autorizado por el Juez, a su estancia, donde aguardaría la marcha del proceso


    30. El Departamento de Estado había proporcionado sillas de rue das para quienes las quisieran, yun autobús para llevar a cada uno a su casa

    31. —Pero ¿te das cuenta de lo complicado que era el asunto?


    32. ¿No te das cuenta de que te propongo el mal menor, la mejor de las soluciones? Incluso para ese hideputa de Stregobor


    33. —La esperas al salir de la iglesia y se lo das


    34. —Porque no te das cuenta de que todo perece, de que todo es puro artificio


    35. ¿No me das ningún recado?


    36. ¡Oh tú, que das mayor realce a la gloria del reinado y restauras el añoso edificio de los antepasados! ¡Oh tú, siempre victorioso gran visir!


    37. -Y ahora te compro por el precio que tú te has puesto: por la concesión de una gracia a que das suma importancia


    38. —¿Qué interpretación le das?


    39. ¡Dios mío, qué lección me das al fin de mi vida! Paréceme que estoy ya en la eternidad, donde presumo que hemos de ver todas las cosas del mundo en su natural pequeñez


    40. Me acordé de su madre con la máquina de pedal arrimada a la ventana, me acordé del murmullo de los tilos, me acordé de la sopa que la vieja comía mientras seguía remendando, de los hilos que se le enmarañaban en el pelo, y el hijo, acercándose a mí, Hola niña, y yo ¿Por qué motivo no me dibujaste el mar?, mi hermano Fernando dormía en la habitación, desde que cortaron las trepadoras sobraba luz en el jardín, un silencio diferente moraba en los arbustos, la ausencia de la palmera ensanchaba el horizonte, viviendas de tejados de pizarra, casas de la Rua Emilia das Neves y de la Estrada de Benfica hasta los castillitos de Portas y el barrio de negros en Damaia, lo que quedaba del Colegio Lusitano transformado en taller de tonelero y refugio de mendigos, con perchas sepultadas en la hierba, el cañaveral del riachuelo, atascado de basura, junto a las vías del tren donde ningún tren pasaba y donde el cadáver del mozo de cordel se pudrió semanas y semanas, Hola niña, y yo No me has dibujado el mar porque el mar no existe, qué mentira el mar, has escondido las olas con los dedos y has hecho galerías y girasoles y mariposas, un mirlo se posó en lo alto de la jaula en la que la zorra se extendiera con el hocico pegado al cazo, La pequeña se ve enseguida que no es mi hija, no insistas, gritó mi padre en el despacho, yo debería acabar con ella y contigo, y sollozos, y bofetadas, y más gritos, y mi hermano Jorge Padre tiene esas cosas, ya le conoces las manías, y él Claro que el mar no es mentira, niña, soy yo que no sabía explicarlo, si tuviese un lapicero te lo mostraría, nuestra madre me trajo la comida con un chichón en la frente y la mejilla herida, dejó la bandeja encima de la cama, bajó las escaleras sin hacerme una caricia, sin besarme, y yo ¿Nuestra madre no es mi madre, Jorge?, el cadáver del mozo de cordel se había dilatado hasta el punto de reventar la camisa, fueron los alumnos de la escuela quienes dieron con él descomponiéndose, y mi padre La pequeña no sale de aquí, exijo que no salga de aquí, exijo que nadie la vea, que nadie piense, que nadie hable, el mirlo alzó el vuelo desde la jaula y yo Si nuestra madre no es mi madre no tengo madre ni padre, puse un aria de ópera en el gramófono y él agarró un lápiz y empezó a garabatear una playa en la pared, dunas, peñascos, toldos de bañistas, paquebotes, y yo, en cuanto comenzó a cantar el tenor después de los violines, El mar es verde, tienes que pintarlo de verde, y mi hermano Jorge Aunque no fueses de ellos serías mi hermana, hermanita,

    41. ¿Te das cuenta de que hubo trescientos cuarenta y siete casos mortales y sólo trece sobrevivientes?


    42. –No sé si te das cuenta de lo importante que es este proyecto para la administración del instituto -dijo Ellen-


    43. Los miras a la cara y te das cuenta


    44. En tiempos de Jesús era preceptivo que los judíos peregrinaran al templo de Jerusalén tres veces al año, en otras tantas fiestas, para entregar ofren das y realizar sacrificios


    45. ¿Y si das un giro de 180 grados y duermes con los pies mirando a la ventana?


    46. ¿No te das cuenta?


    47. —¡No puedo rechazar su petición! ¿No te das cuenta de que nos han inmovilizado? ¿De qué nos tienen agarrados por el cuello? ¿No imaginas lo que pueden hacernos por conducto de la Oficina de Unificación Ferroviaria, de la Oficina de Unificación General o de la moratoria de nuestras acciones?


    48. ¡No quise hacerlo! ¡No he podido evitarlo! ¡No era mi deseo…! John, ¡no me lo recrimines! ¡No he sido yo! ¡Nunca pude hacer nada contra ellos! ¡Poseen el mundo! ¡No me han dejado espacio! ¿Qué es para ellos la razón? ¿Qué es la ciencia? ¡No tienes idea de lo implacables que saben mostrarse! ¡No los comprendes! ¡No piensan! ¡Son animales desprovistos de cerebro, movidos por sentimientos irracionales…, por sus egoístas, avarientos, ciegos e imprevisibles sentimientos! ¡Se apoderan de cuanto desean sin importarles las causas, los efectos o la lógica! Lo desean y ello basta para estos sanguinarios e implacables cerdos… ¿La mente? ¿No te das cuenta de lo fútil que es la mente contra estas hordas sin cerebro? Nuestras armas aparecen risibles e ineficaces; la verdad, el conocimiento, la razón, los valores, los derechos


    49. No importa si les das a los caballos


    50. —Tal vez, pero ¿cómo piensas salir de los marjales? —Él le dirigió una mirada fulminante— Puedo guiarte hasta tierra firme, a la orilla del pantano, o limitarme a contemplar cómo das vueltas y vueltas por los marjales para siempre; en cuyo caso el encuentro que has mencionado nunca tendrá lugar, ¿verdad? Eso me pone en una posición muy interesante, ¿no crees? —Belgarath frunció el entrecejo—











































    1. Esta Inocencio X sentado en un sillón, en cuyos brazos apoya las manos,teniendo en la derecha un papel con una inscripción que dice: Alla Santta di Nro Sigre


    2. al Cristo, que es de plata! Y con ello di por definida la situación en sus aspectos esenciales


    3. región y di las señas de la oficina inmobiliaria


    4. que me había sido asignado y di por levantada la sesión


    5. No obstante di la orden de que Dimitri


    6. De repente me di cuenta de que esa sonrisa, a


    7. interior de los armarios empotrados, seguidamente di un cuidadoso repaso a los muros, miré,


    8. Di algunas precisiones que no hicieron sino


    9. Di instrucciones para que se adaptaran,


    10. Durante el trayecto, di a Milos las consignas que imponía la urgencia, aunque en realidad

    11. Me di cuenta de que mientras se mantiene tranquilo en su hábitat natural, se convierten en histéricas en ciudades y lugares civilizados (la compañía de envío, espero que les agradezco este elogio a su nave)


    12. ¿En que parte del ejemplo que di encontraron aquellos que dijeron ser seguidores


    13. Me di cuenta que podía soportar un tanque de piso, mantener a salvo y más enviaron mi camino


    14. quería matarla, se lo prometo, pero cuando me di cuenta ya estaba muerta, en el


    15. pec tor es co lar y an ti guo ra di cal de co mien zos del si glo XX; y


    16. el cual se pro po nía di fun dir en los me dios obre ros, ar te sa nos


    17. La in te gra ción de los ra di ca les de 1900 en el pro gra ma


    18. Las áreas de con fluen cia en tre li be ra les y ra di ca les, y


    19. si vo de des ra di ca li za ción, que se vi sua li za en el con tras te


    20. El efec to de tal con di cio nan te se tra du cía en la prác ti ca

    21. por el pro ce so de in ser ción de los ra di ca les en la cul tu ra ofi-


    22. can te, a lo que qui zá con tri bu yó el di rec tor de tal en ti dad,


    23. ción in di ca da y efec tua do en San Jo sé en tre el 26 de abril y


    24. de ella, dos ba ses di fe ren tes de sub va lo ra ción so cial, abrie-


    25. La di fe ren cia de edad en fa vor de Car va jal


    26. gru po apo ya ra, en las elec cio nes de 1932, la can di da tu ra


    27. el cual su pues ta men te di fa mó a los se cre ta rios del Con gre so,


    28. de los pri me ros sin di ca tos ala jue len ses y en la


    29. di rec ción de las pri me ras huel gas


    30. el de te rio ro de las con di cio nes la bo ra les, en es pe cial las de

    31. que, en la prác ti ca, su po nían pro fun di zar las po lí ti cas so cia-


    32. vol vió a dar se en la elec ción de di pu ta dos de 1934 (un 58 por


    33. 658 en la vo ta ción di pu ta dil de 1934, y en 1936,


    34. in fe rior al que lo gra ron en los di pu ta di les de dos años an tes


    35. per se cu sión, en car ce la mien to y des tie rro de los di ri gen tes


    36. eco fiel de las que jas y las rei vin di ca cio nes que, des de prin-


    37. La di fe ren cia prin ci pal en tre El gra no de oro y el Pros-


    38. pro ce di mien to, que ten día a ubi car el con flic to so cial en una


    39. des pués de 1934, por di cha or ga ni za ción en las lu chas so cia-


    40. Blo que lo gró el 44,4 por cien to de la vo ta ción di pu ta dil en

    41. con di cio nes de tra ba jo


    42. Me di cuenta inmediatamente de


    43. Di que sí»


    44. Di que sí


    45. idolatraba, hasta que me di cuenta que es un capullo


    46. Le di cuenta de lo acordado con el banquero y con mi madre; y como miresolución era más poderosa que mis fuerzas, los desfallecimientos deéstas se reflejaban demasiado en el ritmo de mis palabras y hasta en elcolor de mi rostro


    47. Partiendo del concepto de sexo-género y de la división sexual del trabajo, los estudios de género han permitido poner en evidencia la naturaleza sexuada del trabajo y el concepto mismo de este que predomina en las ciencias sociales, así como ampliar la noción del mismo que permita incorporar como tal al trabajo no remunerado (Di Tella, Chumbita, Gamboa y Gajardo, 2004)


    48. En “La Pasión según San Mateo” di J


    49. Pero di, picarón


    50. Cuando di los primeros aldabonazos en la puerta, parecíame que golpeaba en mi propio corazón














































    1. Todo lo doy por bien empleado, cuando se alcanza un


    2. carné del partido, lo doy por bien empleado…”


    3. Lo que nos hizo tan benigno que el mar, que nos limpia de nuestros sudores fétidos cada verano, a ser pagado de esta manera? A menudo, me acerco a la gente a escuchar sus discursos: toda apariencia lógica e ideal, pero mirando hacia arriba y cruzarlo con ellos, me doy cuenta de la traición que emiten esos ojos


    4. Mirando a mi cuerpo, entonces me doy cuenta de que estoy totalmente desnuda


    5. " Y mientras yo recojo estas palabras, me doy cuenta de que el barco se mueve otra vez, y de nuevo desciende al abismo


    6. «En cuanto yo le doy cuatro gritos,le pongo como una liebre


    7. Puesdoy, pues doy


    8. Aunque le doy una recomendación: déjela que fluya, con las precauciones debidas según las circunstancias


    9. No les doy las palabras en cuestión con el fin de determinar si ustedes los expertos en Inglés y exámenes pueden


    10. la perversa interpretación que yo doy á su obra?

    11. losCancioneros, debe de consistir, y no hallo otra razón por más vueltasque le doy, en


    12. Y lo firmaron, de que doy


    13. Y lo firmaron,de que doy


    14. A éstas las doy porinfalibles en todo el día de hoy;


    15. Cada vez que entro en conflicto con mi mujer la pregunta que me hago inmediatamente es: a cuál de mis pretensiones debo renunciar? Y me doy cuenta de que la lista de mis pretensiones es muy larga


    16. Doy las gracias a Anna Agresti y a Angela Marchi quienes, juntando sus fuerzas, han abierto en el 2006 la primera escuela de counseling en Antropología Cosmoartística, con sede en Prato y en Boloña


    17. —Antes bien se la agradezco, caballero; y yo doy a usted mi


    18. no te metas en lavaduras de suelo, y mientras nos vemos yte doy un abrazo recibe la bendición


    19. mango,—seacabó el entierro; les doy las gracias y


    20. encantada, y doy por ciertoque es valiente, generoso y leal

    21. Sevilla doy fe que oy dia de la fecha siendo como las seys dela tarde, estando en el


    22. Me doy cuenta de que sin el internet mis actividades serían mucho máslimitadas, o al menos serían muy diferentes de lo que son en laactualidad


    23. — Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me poneocasiones delante


    24. caigo en la cuenta de lo queson, doy con el mejor dellos en la pared, y aun diera con él en el


    25. — Porque doy al celoso, al desdeñado, al olvidado y al ausente las que lesconvienen, que les


    26. compás;los dejos, muchos y apresurados, y, en resolución, yo me doy por vencido yos rindo la


    27. puedo dar os doy, que es una ínsula hecha yderecha, redonda y bien proporcionada, y


    28. buen varón; y así, yo doy por sentencia que el sastrepierda las hechuras, y el labrador el paño, y


    29. — Ella tiene razón —dijo el hombre—, y yo me doy por rendido y sin fuerzas,y confieso que las


    30. ahorcar la justicia cuando loscoge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy

    31. Aquí al relente le doy una intención picaresca, porque estaba el novioen la esquina


    32. se lo doy, y cuánto le dejo?Dejarlo


    33. —Pero hallo una mujer—dijo el de la linterna—, lo queno es poco, y me doy por


    34. —Que doy de balde


    35. nacimiento,es mi voluntad que entréis desde tal punto en elgoce de cuanto os doy;


    36. más de lo que puede soñar el enamorado másloco; en su amor un cielo; yo os doy mi


    37. —Tomad lo que os doy por bajo de la puerta, y con ellomi corazón y mi alma,


    38. —La herencia que doy á mi hijo; el aderezo que llevépuesto el día en que me


    39. —Beso las manos á vuecencia, y le doy las gracias portanto bien como me hace


    40. Pero lo doy por bien

    41. —Beso á vuecencia las manos y le doy las gracias—dijoQuevedo tomando el


    42. —Vamos, sí, ya doy en ello: ciertas miradas y sonrisas con unestudiantillo… Me las ha confesado


    43. —No lo comprendo, tío —decía Lucía,— pero á veces me doy á cavilarque á Clara le han dado un


    44. Doy gracias aDios por los beneficios


    45. Y se la doy en cuanto despierte


    46. —¡Oh!, ¡de las que yo doy, con una basta!


    47. —Se la doy á usted, dijo Tragomer, por el señor y por mí


    48. Pues viene por aquí con frecuenciay siempre la doy algo


    49. Al diablo los doy


    50. sirven de base a las explicaciones que doy, hay una exactitudintachable de que













































    1. entender que las dos sensaciones existen juntas, nada adelantamos,pues esto lo dábamos ya por


    2. –Muy bien, a un servidor le gustan mucho estas cosas; me recuerdan al colegio, cuando a los listos les ponían la banda y los demás nos tirábamos pedos mientras corríamos los bancos y aplaudíamos y nos dábamos patadas por debajo del pupitre


    3. Llegaban los hombres sangrando y les atendíamos las heridas visibles -no había tiempo de quitarles las armaduras-, les dábamos un tazón de agua o caldo y apenas podían sostenerse en pie partían de nuevo a pelear


    4. A veces con Matilda dábamos paseos así, al buen tuntún


    5. Se ha enredado los pies con el cable de la aspiradora mientras dábamos la vuelta a la habitación…


    6. Las carreteras rurales no parecían encontrarse en muy buen estado en esa parte del mundo, porque dábamos terribles botes y bandazos


    7. Sus acompañantes reíamos a veces, o dábamos nuestro asentimiento por el regocijo que nos causaba


    8. Los oficiales y soldados de los Estados Unidos, habiendo sido continuamente blanco del desprecio de las mujeres de Nueva Orleáns, supuestas damas, mientras que nosotros dábamos pruebas de cortesía y de buena voluntad hacia ellas, ordenamos en lo sucesivo que toda mujer que por su actitud o por el menor gesto insulte a los soldados de los Estados Unidos o les testimonie desprecio, será considerada y podrá ser tratada como una mujer pública


    9. De aquellos lonches que compartimos en La Tiendecita Blanca durante los casi dos años que tardó usted en concluir sus estudios de leyes, recuerdo vívidamente algunas cosas sin importancia: que el pianista era tuerto y a menudo se quedaba dormido en medio de sus interpretaciones, provocando las risas de la clientela; que una vez le trajeron su copa de helado de chocolate y usted se indignó, porque los mozos sabían que usted tomaba una bola de vainilla y una de chocolate (y la de chocolate abajo), y aquella tarde le sirvieron dos bolas de chocolate, lo que motivó que usted se parase furioso y se dirigiese a la oficina del administrador a exigir una explicación, incidente que fue zanjado con la suspensión por un mes, sin goce de haber, del descuidado que osó prescindir de su bien conocida bola de vainilla; que la mesa del fondo estaba siempre reservada para usted, con un pequeña tarjeta que decía Don Tomasito, y pobre de quien se sentara allí, pues entonces intervenían enérgicos los mozos y hasta el personal de seguridad; que una tarde, mientras dábamos cuenta de nuestros dulces y nos contábamos los últimos chismes políticos y sociales, irrumpió de pronto un niño descalzo pidiendo limosna y, cuando los mozos se lo llevaban a empujones, intervino usted poniéndose de pie y ordenó que lo sentaran a una mesa y le sirvieran todo lo que el pobre niño limosnero quisiera, a cuenta del cuaderno de su familia, detalle que mereció mi más rendida admiración y, sospecho, a juzgar por sus caras, considerable malestar entre los mozos, que seguramente pensaron: ¿y por qué carajo el gran Tomasito no nos invita lonche a nosotros y sí a este pájaro frutero que llenecito está de piojos?; y, por último, que nunca me permitió pagar la cuenta, nunca, pues, en rigor, tampoco le traían a usted la cuenta:


    10. Por supuesto todo eso entraba dentro de lo esperado y ya dábamos por hecho que ocurría

    11. Cada paso que dábamos era un tour de force, para usar la misma expresión que había empleado el sacerdote el día de mi llegada a Yenán


    12. Pero también teníamos otro calendario alternado que no giraba en torno a las excursiones diurnas del sol, sino que estaba basado en la aparición nocturna de la estrella brillante a quien dábamos el nombre de nuestro anciano dios Quetzalcóatl o Serpiente Emplumada


    13. De acuerdo con la tradición mexica, la ciudad fue construida por los dioses para reunirse allí mientras hacían sus planes para crear el resto del mundo, y por eso le dábamos ese nombre


    14. Porque mientras dábamos la espalda a la moral y la ética de la civilización occidental, yo fui, para bien o para mal, un hermano más


    15. Dábamos vueltas alrededor de Madrid como, de noche, las mariposas en tomo a la luz: se aproximan hasta que sienten la quemazón y reemprenden el vuelo, se acercan de nuevo y una ráfaga de viento las echa al fuego


    16. Mientras los dragones permanecían suspendidos en el aire, corrimos hacia el Lago de las Almas, Harkat y yo vigilando cada paso que dábamos, demasiado conscientes de las consecuencias que implicaba tropezar y romper los globos mortales


    17. A menudo, al mirar el reloj, nos dábamos cuenta con sobresalto de que se acercaba la hora del último tren


    18. Dábamos orden para que se realizasen las reparaciones necesarias, se arrancasen los árboles secos, se podasen los frutales y se plantasen las semillas


    19. Estaban amarrados en la playa, como ejemplo para quienes intentaran seguir sus pasos; les dábamos la cantidad justa de agua para que sobrevivieran


    20. En el pasado, estas hipérboles estaban aceptadas —en las novelas, por ejemplo, de Harold Robbins—, pues se escribieron en una época en la que la gente no hablaba de sexo, y todos dábamos por supuesto que esas cosas las hacían los demás

    21. A cada paso que dábamos por aquella tierra adquiríamos la forzosa convicción de que nos hallábamos en una comarca esencialmente diferente de todas las visitadas hasta entonces por hombres civilizados


    22. Tampoco la playa invadida era lo nuestro; todo lo más, dábamos algún paseo por la orilla para que la luz y el viento doraran un poco nuestra palidez


    23. Por un instante, del gorjear nuevamente oído que tenía en tal antigua primavera, podemos extraer, como de los tubitos, de que se sirve uno para pintar, el matiz exacto, olvidado, misterioso y fresco de los días que habíamos creído recordar cuando, como los malos pintores, dábamos a todo nuestro pasado extendido sobre un mismo lienzo los tonos convencionales y de unánime semejanza de la memoria voluntaria


    24. He guardado el recuerdo de numerosas conversaciones comenzadas por la tarde en un Kaffeehaus, proseguidas mientras dábamos un largo paseo y continuadas con la misma animación a lo largo de la cena


    25. –En Inglaterra tenemos supersticiones sobre las urracas -le expliqué a Tulga mientras quitábamos las sillas de los caballos y se los dábamos a los guías para que los ataran en la otra orilla


    26. En vez de medallas, a los ganadores les dábamos piedras y algunos todavía las llevan en los bolsillos y las muestran con orgullo a todo aquel que quiera verlas


    27. En quince minutos hizo las preguntas precisas para conocernos a ambos, y prestó a las respuestas que le dábamos una atención halagadora y sincera


    28. Y actuaba con tanta discreción, con tanta elegancia, que a veces ni siquiera nos dábamos cuenta de algunas de las cosas que hacía por nosotras


    29. Todos os dábamos por muerto


    30. , en la que dábamos a conocer a los medios de comunicación el inicio del rodaje de una serie de documentales titulada El otro México, coproducida por varias televisiones autonómicas españolas y el Instituto de Cinematografía de México

    31. Pero es imposible pintar su noble resentimiento por el trato salvaje que dábamos a la raza houyhnhnm


    32. «Esto no es nada», dijo el otro (y ahora reconocía en aquel hombre al hombre de negro), «estando yo en Roma había tanta gente que nos dábamos unos a otros con el pito


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    dar in English

    give render <i>[formal]</i> hand over deliver spare strike bring shake render deal provide with reach pass make produce yield hand bestow <i>[formal]</i> grant endow

    Sinónimos para "dar"

    donar otorgar atribuir ceder proporcionar regalar conceder gratificar conferir remunerar golpear abofetear acertar hallar topar bastar sobrevenir ocurrir aparecer